Buena noticia. Vigo va a redactar un estudio estratégico sobre su futuro. Lo comunicó hace unos días el titular del Concello en una de sus mejores decisiones como alcalde de la Muy Leal, porque forzosamente sus consecuencias van más allá de un mandato. Y ahí tiene que estar la clave del éxito.
El plan estratégico debe ser en todo caso fruto del consenso entre fuerzas políticas y sociales con la vista puesta en la ciudad para los próximo diez o quince años. Y por tanto, no puede ser un documento partidista ni planteado con criterios cortoplacistas. Tampoco debería convertirse en un largo formulario de ideas más o menos vagas, sino al contrario, una propuesta concreta que responda a qué quiere ser Vigo y por dónde debería continuar en el futuro, si apostándolo todo al sector de la automoción, o al naval o la pesca o quizá convertir esta ciudad en una potencia en desarrollo de tecnología. Hay varias incógnitas que responder, algunas de cierta urgencia. ¿Qué pasaría si PSA decide dejar Vigo o reducir su producción de forma significativa? O que pasaría si se repite en Vigo lo que acaba de ocurrir en Burgos, en que de la noche a la mañana desapareció su principal empresa tras un incendio en la factoría que ha dejado en el paro a miles de personas. Es una de las muchas preguntas que deberían tener una contestación estratégica.
Desde luego no puede pasar como en los dos anteriores planes. El primero, de 1994, fue despreciado olímpicamente al cambiar el mando en el Concello, y sus conclusiones pasaron a engrosar el libro de castillos de papel. El segundo, a caballo entre los alcaldes Castrillo y Porro, se perdió como lágrimas en la lluvia...
Pd. Air Nostrum ya ha desembarcado con el acuerdo municipal, que se aplicará desde 2015. No es la mejor solución gastar cientos de miles de euros en plazas de avión, pero parece ahora mismo la única posible para evitar un mal mayor: el cierre de Peinador o su reconversión en un aeródromo de tercera. Ha quedado claro que la coordinación aeroportuaria gallega es un imposible y que cada ciudad hará la guerra por su cuenta. En Oporto aún no se lo pueden creer...
