Opinión

Incapaces de ser una gran economía

Pedro Sánchez y Nadia Calviño comparten escaño en el Congreso.

España sigue con problemas económicos y todo indica que esto va para largo. Veamos algunos números para situarnos. En síntesis, el Gobierno de Pedro Sánchez recorta la previsión de crecimiento del 7% al 4,3% y prevé una tasa de paro del 12,8% para este año, con una inflación en vías de desacelerarse, hasta situarse en un 2% en 2023. También aguarda que el déficit público caiga este año hasta el 5%, que pasaría a ser del 3,9% en 2023.

Como la pandemia se llevó en 2020 un 10,8% del PIB español y en 2021 creció un 5,1%, España tendría que crecer este año al menos un 5,7% para recuperar el nivel de 2019. Pero con la previsión actualizada del Gobierno no será posible volver al PIB de 2019 hasta 2023, es decir, dos años después que otros países desarrollados, que ya recuperaron en 2021 todo lo perdido en 2020; algunos con creces.

La economía española cayó en 2020 más que otras de su entorno por su mayor dependencia del turismo –también por otras razones– y por motivos similares se recupera en menor medida.

Es probable que todo esto, en líneas generales, le pasase a cualquier tipo de gobierno –fuese del PP o del PSOE–, pero el ejecutivo de coalición, lejos de asumir su realidad, ha intentado hacer un discurso optimista en unas previsiones que después ha tenido que revisar a la baja. Nada que no supiésemos todos y que aquí no contásemos.

España gasta mucho más de lo que ingresa, tiene una baja productividad y una alta dependencia del turismo, por falta de industria y servicios avanzados. Mientras el Gobierno no afronte con políticas realistas este estado de cosas, será poco menos que imposible que sitúe el rumbo económico del país en la estela de sus socios más avanzados en Europa, es decir, Alemania y Francia.

Ni este gobierno de coalición, débil, ni otro del PP similar van a poder hacerlo sin un gran consenso que, por razones electorales, nadie quiere asumir. Un modelo económico no se cambia en una legislatura, un Estado del bienestar no se consolida sin pacto social –también de rentas– y un sistema fiscal no aporta recursos suficientes sin una reforma a fondo.

PSOE y PP saben perfectamente que España necesita industrializarse más y depender menos del turismo, del mismo modo que son conscientes de que hay que hacer una reforma fiscal e introducir cambios en la financiación autonómica. Pero no lo quieren hacer juntos y cuando lo intentan hacer por separado no lo consiguen.

Los países que han afrontado cambios de este calado –Alemania y Francia tras la II Guerra Mundial, Corea del Sur más recientemente– lo han hecho con una estrategia de medio plazo y estabilidad política, del mismo modo que lo hizo España cuando se modernizó y empezó a parecerse a los países modernos de Europa bajo el gobierno de Felipe González.

El actual batiburrillo político español no llevará lejos al país. Un estado, cualquiera, cuando es avanzado suele ser producto de la centralidad política, no de los disparates de partidos radicales, ya sean de extrema derecha o de extrema izquierda. La mezcla de cosas revueltas, inconexas y sin orden que se observan en el Congreso de los diputados explican en buena medida la situación de España, que sin ser dramática tampoco es buena.

No es una casualidad que los países más desarrollados sean más estables, del mismo modo que no lo es que sean muy pocos los que nunca han truncado su democracia.

                                                @J_L_Gomez

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