Opinión

La soledad de un anciano

Sin entrar en los pormenores de todos los problemas causados a sí mismo, a la familia y, en definitiva, a todos los españoles hemos de reconocer, de forma serena y equilibrada, que la situación del rey emérito español es sumamente triste. Podemos ser monárquicos o republicanos o de cualquier otra ideología, pero antes que nada es necesario echar mano a nuestra propia humanidad. Somos humanos antes de cualquier otra connotación. Y el espectáculo de la visita de don Juan Carlos a España produce humanamente pena. Es ya un anciano que necesita de ayuda para manejarse. Ha estado muy lejos de su país casi dos años y sin el calor que siempre la verdadera familia ofrece. Llegó a Vigo en soledad suma y unicamente el abrazo de su hija Elena le ofreció un poco de calor humano. Dicen algunas crónicas que le saltaron las lágrimas. Algo muy normal.

Con todo, es muy difícil de olvidar la serie de actitudes que adoptó en los últimos años. Sin duda fue una reiterada siembra de la cual ahora cosecha unas tempestades que a todos salpican. Y esas consecuencias las detecta el pueblo español, para quien el ejemplo de gran parte de la familia real española ha dejado mucho que desear. Ha tirado por la borda un caudal que, a comienzos de la Transición, era positivo.

Porque el panorama es de lo más desconcertante. Sin estar de acuerdo con las afirmaciones de la exvicepresidenta al calificar de bochorno lo de Sanxenxo, sí que hemos de convenir en que este retorno debiera haber sido más discreto. El espectáculo montado en nada favorece a la corona española. ¿Habría otra solución? Tal vez. Pero lo que sí queda claro es que en nada favorece al actual jefe de la Casa Real española toda esta serie de acontecimientos que están rodeando a su familia.

El rey Felipe VI está adoptando una postura moviéndose en el filo de la navaja una y mil veces y siendo consciente de que la situación politica actual en nada le favorece y no ayuda con un Gobierno reticente con la monarquía. Y si a esto añadimos que miembros de esa monarquía constantemente le están dando argumentos en su contra, pues la incertidumbre sobre el fututo monárquico está más que cocinada.

Algún medio de comunicación ha resaltado los vítores y aplausos al rey emérito en su llegada a Galicia. Muy poco prueban teniendo en cuenta la afición al “morbo” de muchos españoles. Baste recordar las interminables colas para ver el cadáver de Franco, de Tierno Galván o de cualquier notable personaje sea del signo de fuere. Porque da la impresión de que aquí se cumple a la perfección el Evangelio: muchos vitoreando el Domingo de Ramos para después vociferar más tarde el “¡crucifícalo, crucifícalo!”. Es así el carácter de muchos hispanos. Y muchas veces son improcedentes las palmas como lo son las condenas. La situación social en este país necesita unas grandes dosis de serenidad y calma como contribución para el necesario bienestar.

El rey emérito ¿está pagando cosas que hizo? Sin duda alguna, pero debiéramos sopesar toda una vida y ver como en su ancianidad se ve solo y abandonado, lo cual es muy triste. El recibimiento de Sanxenxo debiera ser visto dentro de todo el contexto y también tener en cuenta su sufrimiento personal y la soledad máxima, apartado de su familia y del pueblo al que trató de servir, aun cuando en algunos casos de una manera claramente errada.

Como españoles, somos muchos los que lamentamos la situación actual y esperamos por el sosiego y la calma para bien de todos.

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