Opinión

Digno de la mejor comedia

Después de cuatro años en los que dentro y fuera de Ourense nos hemos convertido en el hazmerreír, llega ahora más de lo mismo. Una semana que ni Valle Inclán la redactaría mejor. Cierto, muy cierto, y lo había repetido Núñez Feijóo, debe tomar el mando la lista más votada.

Pero han pasado cosas muy extrañas, incomprensibles, diría yo. ¿Quién manda aquí Ourense, Santiago o Madrid? Ourense será una ciudad humilde pero tiene derecho a hacerse oír y a organizar su vida, que por algo es la tercera de Galicia. Tenemos derecho a hacernos oír y a gobernar nuestros destinos, pues de lo contrario somos un guiñol en manos de los “espabilados” de turno.

Muy triste lo ocurrido en la ciudad, al margen de los candidatos, de lo que ya hemos hablado aquí. Los ingredientes son muy adecuados como decimos para una obra de Arniches o Valle Inclán. Unas tristísimas escenas que ya están reflejadas en los medios nacionales. Como la muñeira del elegido entrando en el Concello.

La persona elegida tiene todos los derechos al ser la lista más votada. Pero el problema es otro. Los candidatos alternativos se pelean por el sillón. Tal vez porque ignoran los votos que ha obtenido el candidato. El problema somos los ciudadanos, al ignorar o “pasar” de los valores necesarios que debiera tener un regidor municipal. Esta es la cuestión. De ahí que los candidatos apuntaron a personas u objetivos distintos a los auténticos. 

Por eso a mí me parece un dislate todo lo ocurrido. Si los tribunales tienen que actuar, que lo hagan. Asi se resolvería el problema. Si el elegido carece de los necesarios valores, que lo diga la Justicia, pero nunca en discusiones de patio de niños. Por mucho que les duela, ese es el problema.

Sin duda alguna es muy posible que algunas de las soluciones aportadas por los candidatos hubiese sido la mejor para la ciudad, pero está fuera de lugar porque votos son triunfos y trastocar el recuento de  sufragios nunca sería democrático. Porque la democracia es algo muy sagrado y debe respetarse el resultado final. Resta a todos los votantes que, sacando las consecuencias de estos escrutinios, en las próximas consultas se lo piensen mejor. Porque sobran los votos del llamado “sindicato de cabreados” y dejen paso a los votos de conciencia bien formada, que esa es otra. Nunca vale cualquier conciencia. Debe prevalecer siempre la bien formada y a ello contribuyen las campañas y los programas de cada cual.

Me da la impresión de que es urgente un curso acelerado sobre la democracia, leyendo a los clásicos y siendo capaces de concluir que el sistema democrático es muy serio, el menos malo de todos los demás. Aristófanes, en la Grecia antigua,  ya lo apuntaba y sería necesario recordarlo. Porque, como antes decíamos, ese curso debiera ir encaminado al pueblo que es el depositario de los sufragios. Las campañas y precampañas electorales en suma se reducen a vender las “bondades” de los candidatos muchas veces disfrazados de promesas que ellos mismos saben que nunca van a cumplir. Mítines que en suma tratan de orientar a los votantes en un determinado sentido. Y el resultado lo estamos viendo. Se vota a unas siglas y se ignora al pueblo, que es el destinatario.

Es muy triste examinar la propaganda previa a las votaciones y, una vez celebradas las elecciones, los resultados en nada se parecen al vocerío y palabrería que a voz en grito tratan de introducirnos para “orientar” los votos. Esta es la cuestión y la razón del cúmulo de votos que algunos reciben manipulados por los medios de masas bien pagados incluso algunos propios de los candidatos.

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