Opinión

Toda una vida

El pasado jueves cumplí 83 años. Estadísticamente he llegado al umbral del fin de la vida. No nos engañemos, los seres humanos somos mortales como el resto de los animales de la fauna mundial. Suena a morbo, pero es la realidad. Sin embargo, y como aun sigo con relativa salud, entro en una nueva etapa que incluye melancolía comenzando con un breve repaso de mi ‘Memoria Histórica’ personal. Resulta que me he dado cuenta, aparte de mi época de adolescencia en Argentina que he computado más años de residencia en Vigo que el resto del mundo incluido el de mi país, el Reino Unido, en donde dedique la mayor parte de mis años de trabajo. 
Además, ya mayor, parte ha sido desde 1989, año en que asenté el comienzo de la residencia permanente. Desde finales de los 50 del siglo pasado hasta el día de hoy. He vivido, esporádicamente, todas las etapas de España; dictadura, transición y democracia. Pero lo más importante, descartando la política, ha sido la convivencia en todos los aspectos de la vida de los gallegos permitiéndome participar en todo lo que es gallego, desde hacer el aguardiente hasta celebrar los años nuevos en una pequeña casa rural. Aunque los que no me conocen se asombran de ‘falar en castelán’ o creen que soy un profesor de inglés en una academia.  Además de ser jubilado, he trabajado en varias ocasiones. Durante mi época con el Cable Ingles, luego en la construcción de un campo de golf y, por último, 5 años como cónsul honorario del Reino Unido. Los que me conocen saben que estoy casado desde hace 60 años con una gallega, tengo hijos y nietos gallegos. El Ministerio de Justicia me ha concedido la nacionalidad española y tuve que leer y luego jurar acatarme a la Constitución, aunque, por culpa de la pandemia y otros problemas los juzgados están con lista de espera. Debo añadir, parece que me repito, que en estos últimos años he hecho turismo, junto como mi mujer, exclusivamente en esta autonomía. Esto incluye las ciudades de Santiago, Lugo, Ferrol y Coruña. Aunque salte un poco en esta nota he conocido y tratado a la mayoría de los alcaldes de Vigo, desde Don Manolo - ‘compañeiro’- Soto (QEPD) hasta el actual, incluso cuando este era aún presidente del puerto de la ciudad. Es natural que debido a este bagaje de conocimiento y experiencia conozco muy bien el sistema político, como funciona y la diferencia entre los distintos partidos. 
Pero siempre hay que tomar en cuenta que los tiempos cambian y debido a esta horrible pandemia, también las circunstancias, especialmente económicas que siguen por un rumbo nuevo. Me contaba una vez un jefe que, si no tenía nada que hacer que reorganice, o sea, que haga un cambio.’ Esto es lo que hacen los candidatos, especialmente de la oposición cuando se acercan las elecciones. Pero lo curioso es que al principio no especifican lo que son esos cambios. Sin entrar en la actual polémica de los fondos europeos necesitados para la recuperación del país que ya esta Bruselas para poner orden me refiero a otros sectores mas mundanos que afectan la vida cotidiana de una ciudad o pueblo. Pueden ser los servicios sociales, el transporte urbano, la infraestructura local y cientos de otros temas. 
Finalmente pienso en los mismismos candidatos. ¿Cuántos conocen verdaderamente el entorno en que viven como lo que he vivido yo? Dilecto lector/a usando Galicia como ejemplo, al llegar la hora de votar, cada ciudadano debería reflexionar y analizar los discursos, las promesas y quizás mas importante. ¿Conoce mi pueblo él o la candidata? Lo dejo ahí.

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