Opinión

La digitalización al servicio de la igualdad de género

Es innegable que la digitalización juega un papel clave en la economía y la sociedad. Durante la pandemia, cada uno de nosotros y nosotras, ha podido comprobar la importancia de este proceso. Gracias a ella hemos podido socializar, acceder a una cantidad ingente de información, teletrabajar, estudiar o bien entretenernos. La digitalización es sinónimo de futuro, pero tenemos que asegurarnos que ese futuro llegue a todos por igual, para que nadie se quede atrás, para que no presente brechas digitales. Y tenemos una enorme oportunidad con el Plan de Recuperación de transformar y modernizar nuestro país, con el impulso a la transición verde y digital, al servicio de la inclusión, la igualdad y la justicia social.
La digitalización acelerada es imparable e irreversible y la incorporación de la mujer a todos los ámbitos digitales debe ser plena y equitativa. Como sociedad no podemos permitir que la mitad de la población no forme parte del diseño del mundo digital y tecnológico del futuro. Para ello, es urgente revertir la situación y diseñar actuaciones que aumenten las habilidades digitales de las mujeres, las cuales son más bajas y básicas comparadas a las de los hombres. Además, es vital potenciar la formación formal de las mujeres en el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). En España, sólo el 0,5% de las mujeres han cursado estudios tecnológicos y sólo el 19,7% de los puestos de trabajo especializados en tecnología son ocupados por mujeres. 
Las áreas de cuidados, sanidad y educación siguen siendo los campos en los que más mujeres trabajan. Pero, si queremos revertir esta tendencia ¿Qué se debe hacer? Empezar por el principio: fomentar las vocaciones hacia el ámbito STEM desde la infancia. Las niñas tienen un buen nivel de desarrollo en las competencias en matemáticas y ciencias. Sin embargo, es en la adolescencia cuando el interés por el ámbito STEM desaparece. Para ello, es imprescindible promover su interés mediante el refuerzo de la formación, el reconocimiento a sus habilidades, las experiencias científicas reales, la creación de redes de apoyo o la visibilización de referentes femeninos. 
Estas son medidas para el presente, pero sobretodo para el progreso futuro de nuestra sociedad. El mundo laboral demanda, cada vez más, conocimientos y formación en tecnologías de alta capacitación. De hecho, las estimaciones prevén que las nuevas ocupaciones del futuro estén relacionadas, en un alto porcentaje, con el ámbito STEM. Sin la formación adecuada, las mujeres tendrán un nivel de empleabilidad más bajo y probablemente también lo sea su nivel de ingresos, ya que las profesiones digitales superan, en promedio, la barrera del salario medio. Además, el bajo nivel de incorporación de la mujer al empleo digital supondrá que los productos digitales o la inteligencia artificial no contarán con un sesgo positivo femenino, perjudicando a las mujeres al no tener en cuenta específicamente sus necesidades. 
En definitiva, como sociedad no podemos infravalorar al 50% del talento femenino de nuestro país. Debemos contar con todo el potencial de nuestra sociedad para hacer que la digitalización, un proceso integral, disruptivo que ha llegado para quedarse, sea beneficiosa para todos y todas. Apostar firmemente por la inclusión es el primer paso.

(*) Portavoz Socialista de Transformación Digital en el Congreso Diputados y Doctora en economía y empresa por la Universidad de Vigo.

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