El estudio con proyección demográfica de Galicia a corto y medio plazo da auténtico miedo por sus conclusiones y porque supone el primer dibujo visible de la decadencia de Vigo, anunciada y confirmada con los fríos números de la estadística.
El informe, realizado por el IGE, dependiente de la Administración gallega, indica que en diez años Vigo y su área habrán perdido población y que el saldo vegetativo será muy negativo, el peor de toda la comunidad gallega. Como colofón, indica que el saldo migratorio continuará resultando insostenible, con una marcada tendencia de miles de vigueses a abandonar no sólo la ciudad sino también la comarca para buscarse la vida lejos de Galicia.
Es, en definitiva, un horizonte penoso para el área metropolitana de Vigo. Hay quien asegura que esta ciudad ya tuvo su momento, entre los años sesenta y setenta del pasado siglo, cuando con Citroen y el puerto pesquero pegó un estirón del que todavía ahora se recupera, pasando de ser una ciudad media a la primera de Galicia y una de las diez más importantes de toda España.
Aquel tiempo parece pasado aunque asoman algunos brotes cuyo color está por definir. La vuelta del tax lease abre la puerta a la resurrección del sector naval y los planes de PSA apuntan a un incremento significativo de la producción. Y además, el puerto, que aunque no pasa por sus mejores momentos, continúa siendo uno de los pilares de la economía. Pero la mayor esperanza está en el monte, donde la Universidad de Vigo. De su progreso en el campo tecnológico dependerá que el siglo XXI sea el declive o la consolidación.
