Opinión

ventura pérez mariño

Ventura Pérez Mariño entró en la historia de Vigo doblemente: primero como alcalde, después por ser quien durante menos tiempos ejerció el poder municipal en democracia. Apenas seis meses, la mitad malgastados en un conflicto que dejó damnificados y beneficiados, dos de ellos directamente, Corina Porro y Abel Caballero, que acabaron alcanzando la Alcaldía. Pérez Mariño acabar de pedir y le ha sido concedida la baja como juez titular para poder sobrellevar la enfermedad que arrastra desde hace unos años. Suerte.

Su historia se remonta a hace justamente diez años, a 2002, cuando el PSOE buscaba una fórmula para evitarse las primarias que el propio partido fijó como norma y que sus dirigentes han conseguido de una u otra forma eludir, lo que confirma el fracaso del modelo. Touriño quería colocar un candidato en la ciudad y lo hizo mediante un independiente que había dado ya varios quebraderos de cabeza al PSOE y que aún añadiría otros. El abogado-juez-político se presentó en 2003 como candidato y logró ocho concejales, que sumados a los siete del BNG le daban la Alcaldía en un gobierno imposible por la propia naturaleza del regidor, incapacitado para el pacto, cuando debía su puesto al grupo nacionalista. Tras expulsar a los concejales del Bloque, el resto es bien conocido, incluida la exigencia de Paco Vázquez de sacrificar al alcalde de Vigo para ganar la Diputación de A Coruña. Por el camino se quedaron además Lois Castrillo, que acabó dimitiendo; Miguel Barros, que ya no está ni en el PSOE y María Xosé Porteiro, que ha ido dando tumbos. Corina Porro se limitó a esperar y Abel Caballero, mientras, maniobró para evitar una moción de censura con Porteiro, que el BNG aceptaba, y esperar su turno. Diez años después, todavía se notan las consecuencias.

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