Opinión

Terrorismo, no un juego

RG ha vuelto. Nunca se había ido, aunque el Ministerio del Interior mantiene que la banda no pasa de ser un grupúsculo, aunque radicalizado y dispuesto a dar el salto a la violencia organizada. Si no ha habido víctimas mortales hasta ahora ha sido por suerte: ayer mismo pudo ocurrir en Beade si alguien se hubiera acercado por la sucursal cuando saltó por los aires. Hace unas semanas, algunos de sus militantes se enfrentaban en un tribunal a fuertes penas, tras una investigación policial y judicial que coincidió en que se trataba de un grupo terrorista. Frente al juez, los acusados dieron un paso atrás y aseguraron que querían defender sus ideas –la independencia de Galicia y una especie de socialismo maoísta- sin violencia y por vía democráticas. Correcto. Nadie se lo impide. Pero no parece que sea cierto.

Xosé Manuel Beiras sólo ha conseguido en su larguísima trayectoria política ser un referente nacionalista pero en la oposición. Y no porque no haya querido tener poder para aplicar sus ideas, sino porque él ha sido a menudo al mismo tiempo su gran baza y el peor enemigo. Beiras se retrató con Resistencia Galega al declarar en el mismo juicio de forma tan ligera como irresponsable que 'el único crimen que cometieron es ejercer indignación' y que a eso 'se le llama terrorismo'. Estaban acusados de utilización de explosivos y había quedado demostrada su vinculación con la organización violenta, empeñada en provocar antes o después una tragedia. Para la Polícia y los jueces no hay duda. Ayer en Vigo, otro episodio más de un camino equivocado que no es un juego ni una broma. Aunque Xosé Manuel Beiras se empeñe en no querer verlo.

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