Opinión

rosalía de castro

La calle Rosalía de Castro quizá pueda batir un récord mundial de lentitud. Pese a encontrarse en el epicentro de Vigo, su desarrollo ha resultado tortuoso hasta un punto inverosímil. De hecho, ni siquiera está terminada aún la urbanización, que será entregada en unos días al Concello con varios asuntos por aclarar. El primero, qué pasará con el párking previsto, que tuvo que ser reducido por la aparición de restos arqueológicos en la excavación. El segundo, la ocupación de la zona: lo que tendría que haber sido un éxito completo se ha convertido en un fiasco total, sin garantía alguna de la venta de los pisos y oficinas ya construidos y de las parcelas por edificar.

Rosalía de Castro se diseñó hace quizá 80 años como la prolongación de Marqués de Valladares hasta Isaac Peral y ha terminado como otra calle y con final en García Barbón. La única ventaja de un proceso tan dilatado es que en este tiempo ha aumentado la conciencia local y las salinas romanas quizá acaben conservándose en su totalidad, aunque ni siquiera eso está asegurado.

Véase en este sentido lo que ha pasado con la factoría de salazón localizada en Marqués de Valladares: probablemente lo más importante de la época romana que ha aparecido en Vigo porque confirmaría que ya en la época imperial Vicus era un asentamiento protoindustrial relevante en el negocio de la sal y la salsa 'garum', fundamental en la gastronomía romana. El depósito continúa sin musealizar y la parcela vacía una vez más por la falta de una gestión urbanística adecuada. Supongo que también es un asunto de sensibilidad.

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