Opinión

o Marisquiño, sin discusión

Gijón tiene su Semana Negra y Sitges el festival de cine de ficción y horror. Incluso Cangas se ha colocado en el mapa gracias a su semana de teatro cómico y festivo y ahora Redondela trata de hacer lo mismo con sus títeres, que ya son un referente nacional. ¿Y Vigo? O Marisquiño. He ahí. De nombre tan complicado como las especialidades que se disputan (al parecer, su origen remite a su creador, a quien así llamaban en O Berbés, donde nació), hay que rendirse a la evidencia de que ya se ha convertido en una marca reconocida y reconocible que hace que el verano vigués tenga un aliciente. Miles de chicos uniformados en su mayoría al estilo Neimar Jr invadieron el espacio central desde el viernes hasta ayer. El éxito resulta innegable y se refrenda con los minutos que ha recibido de las televisiones, incluyendo las nacionales, donde ya es habitual encontrarse entre las noticias curiosas y llamativas del ferragosto el descenso en mountain bike desde el Castro hasta A Laxe. Es una imagen exportable y que se puede incluso encontrar en Euronews.

O Marisquño, lo admito, me resulta tan incomprensible en sus modalidades igual que el surf o la lucha libre, pero en cambio parece un imán irresistible para toda una generación, que aprecia y disfruta con las evoluciones de los participantes.

Hace apenas unos años estuvo en peligro la continuidad del Marisquiño, pero finalmente se salvó, como también Conxemar, por decir otro evento único de la ciudad. En cambio, no tuvieron tanta suerte el Hípico Internacional de Cotogrande (que reunía a la creme internacional del salto y mucho glamur), el Ciudad de Vigo de fútbol (42 ediciones hasta este año, punto final municipal) o el Are More, quizá la mayor pérdida reciente por cuanto había conseguido llamar la atención de los medios especializados. El ayuntamiento decidió que no valía la pena y lo liquidó sin piedad.

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