Opinión

falso milagro en el psoe

Mientras el PSOE está en momentos bajos en toda España, en Vigo su agrupación no hace sino incrementar afiliados y supera los 1.400, lo que supone la mayor parte de la provincia y una buena porción de Galicia. ¿Milagro? Pues no, sino otro episodio de la farsa y tragedia por la que pasan los socialistas en general y en esta ciudad en particular.

En Vigo, el secretario general, al contrario que en toda España, no pinta nada. Es Manel Gallego, pero tiene muy claro que su señor, absoluto, es quien ocupa la Alcaldía. Y desde este puesto extiende su manejo hacia la agrupación. Después de todo, en España los políticos en instituciones están sujetos a una doble legitimidad, la de las urnas, y la de su partido. Y el de Vigo lo controla Abel Caballero, quien dio instrucciones para inflar el censo con sumisos afiliados de quinta y pon. La prueba es que en las asambleas donde sólo se habla de política apenas hay 150 militantes, a veces 300, pero en las que hay que votar llegan más de un millar, siempre con resultados muy abultados a favor de la dirección. He sido testigo de chicos de origen sudamericano votando en un congreso local dando la sensación de no saber muy bien dónde estaban.

Los críticos, con Gonzalo Caballero a la cabeza, se han cansado de repetir que todo se basa en el manejo torticero de los listados desde el aparato local para conseguir modelar a su antojo mayorías invencibles fomentadas desde el Concello. También afecta a la provincia, como se puede demostrar con la elección de Santos Héctor Rodríguez como secretario. Este concejal es otra terminal de Abel Caballero y como tal se comporta.

Hay constancia en la dirección gallega, que en un momento se mostró beligerante -incluyendo el amago de expediente a Carmela Silva por su escandalosa incompatibilidad de cargos- y ahora calla porque nadie sabe qué ocurrirá en el convulso PSdeG. Los críticos, mientras, se ven entre dos fuegos: o denunciar los hechos y hacer daño al partido o seguir condenados a no poder jugar en condiciones democráticas.

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