Opinión

la decadencia

Resulta tan evidente la decadencia en la que se encuentra Vigo que la única discusión razonable sería sobre su duración y acerca de las medidas a tomar para evitar que se prolongue en el tiempo y la ciudad pueda resurgir más pronto que tarde. Echando un vistazo a los datos demográficos se constata que el salto brutal que se produjo desde finales de los cincuenta y principios de los sesenta coincide con la implantación efectiva de PSA -entonces Citroën Hispania- y el desarrollo de la pesca industrial, que supuso cambiar el paradigma artesanal que hasta entonces imperaba. Por tanto, siguiendo el mismo razonamiento, es lógico que la caída en picado del sector naval -a la espera de que se pueda recuperar al menos en parte- y las dudas con la automoción -pese al buen inicio- hayan abierto paso a una caída sostenida de la economía cuyo resultado está a la vista: en 2011, casi 1.300 jóvenes vigueses decidieron abandonar la ciudad para buscar un horizonte en el extranjero. Un fracaso que probablemente será aún mayor en 2012. A ello habrá que añadir la sangría que con seguridad habrá que anotar en el padrón municipal con el retorno de inmigrantes y la 'huida' de otros.

En este panorama, el puerto finalizó 2012 con un desplome esperado por cuanto funciona como termómetro de la economía comarcal, que cayó en un seis por ciento sobre el ejercicio anterior. Ahora sabemos que la competencia no se ha quedado con los brazos cruzados y aprieta con una agresiva campaña comercial desde Oporto y la puesta en marcha de una plataforma para contenedores desde Ferrol. El que crea que vivimos en el mejor de los mundos o no se entera o trata de engañar.

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