Opinión

La cuestión de los dos puertos

Probablemente esta semana se celebrará el pleno del Parlamento europeo donde se rechazará sin siquiera votación la enmienda de PP y PSOE para que el comisario de Transportes incluya a Vigo como puerto nodal (principal) en la red de transportes comunitaria. Será la última oportunidad y el resultado, salvo que felizmente ocurra algo ahora mismo impensable, ya está cantado ante la previsible negativa de la Eurocámara a debatir siquiera una iniciativa que llega tarde y no dispone de los apoyos necesarios.

Era en septiembre de 2011 cuando el Gobierno, entonces del PSOE, tenía la posibilidad de haber propuesto a Vigo y no lo hizo, sino que optó por A Coruña y Gijón por sus razones, más basadas en motivaciones políticas que en cifras de actividad. Lo que ha venido después es una sucesión de medias verdades que han desembocado en la llegada al punto de partida: la exclusión. Por tanto, el puerto vigués será considerado de segunda categoría, complementario. Las consecuencias de esta desgraciada decisión están todavía por conocerse.

El otro puerto que espera turno está en tierra, de hecho se encuentra dibujado en el punto más alejado del mar de todo el municipio, y también se puede frustrar, pero no por un acuerdo equivocado del Ejecutivo ni por una negativa europea sino por decisión de un grupo de vigueses, empeñados a base de toneladas de demagogia en ir contra los intereses generales de Vigo. Con todo éxito. Hay todavía tiempo para evitar el suicidio colectivo: depende en primer lugar de que desde el Concello se diga alto y claro un 'sí' a Porto Cabral.

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