Opinión

de cena en la sede del psoe

La prueba de que alguien ha perdido el sentido de la realidad resulta bastante sencilla. Consiste en calibrar la reacción ante un hecho absurdo, criticable o punible. Me apuesto algo a que a la dirección del PSOE vigués no le parecerá mal realizar cenas en la sede local y la foto que hoy publica este diario será defendida como una instantánea que plasma la camaradería y el buen rollo dentro de la gran familia socialista.

Lamentablemente no es así. Una sede política no es un restaurante ni un 'txoko' ni una sociedad gastronómica sino un local de debate y un centro para organizar estrategias y preparar campañas. Quien no lo entienda es que ha perdido el contacto con la realidad.

Quizá todo se deba a la situación de barra libre en que se mueven Manel Gallego, Ángel Rivas y compañía, acostumbrados a una labor sencilla: aplaudir al alcalde y su política desquiciada en todo momento y cobrar sus frutos. El primero de ellos, Gallego, ya fue calificado como el Increíble Hombre Político Menguante, título adquirido por haberse convertido en el primer secretario general de la historia del PSOE subordinado al presidente, que en el partido socialista no es más que un cargo honorífico. Gallego a cambio de perder la dignidad del cargo ha logrado un escaño en el Parlamento, desde el que aplaudir al líder, y empleo municipal para su familia. En cuanto a Ángel Rivas, ni en sueños pudo imaginarse estar en la pomada política, aunque lamentablemente, como antes o después podrán comprobar, la vida es sueño, y comer en la sede del PSOE no parece la mejor receta para despertar a la lucidez.

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