El alcalde de Vigo está de los nervios desde que asomó Carlos Príncipe. Le pone loco y obligó a los suyos a salir, uno tras otro, a echar pestes, culminando la tarea con la consabida presión a Pachi Vázquez (que debe estar lametando ya el pacto alcanzando) y la ejecutiva en Ferraz. Insaciable, Abel Caballero está dispuesto a liquidar a todos los que no le rindan pleitesía, una larga lista donde se sitúa al menos la mitad de la población de Vigo y este diario. En cambio, cuenta con la fidelidad plena de su diario aliado, 'Faro de Vigo', siempre dispuesto a echarle una mano para tapar sus miserias como gobernante. No me atrevería a calificarle como el peor de la historia de Vigo, pero sin duda lo es de esta etapa democrática: su gestión se reduce a cero mientras sus acciones contra esta ciudad se multiplican en el momento más delicado de la historia reciente, con una crisis galopante. Pero para el regidor, lo único que parece importante es hacer propaganda y oponerse a la Xunta, gastando al mismo tiempo millones en aceras. Ni siquiera ha sido capaz de cumplir con los vecinos de Teis y la ETEA. Como explicaron en la asociación de vecinos, 'fue otra foto electoral'. Una más de una larga serie.
Pero lo verdaderamente llamativo es el histerismo de Caballero, a quien sus actos le delatan. Ha conseguido que Pachi Vázquez le volviera a apoyar esta semana en tres asuntos, en el Área y contra Príncipe por acción, y -por omision- eludiendo el caso bochornoso de Carmela Silva y su incumplimiento reiterado y sin castigo de las normas internas del partido socialista. Un precio muy alto.
Caballero está de los nervios pero descansado, sin ninguna actividad más allá de perjudicar a Vigo y a los vigueses.
