Opinión

Que alguien pare

De pronto, de la “brainstorming” o tormenta de ideas organizada por Pablo Casado y su círculo asesor más íntimo cuajó una ocurrencia clara: hay que despuntar, es hora de soltar un exabrupto, si es posible en sede parlamentaria. El grupo de trabajo acudió a la hemeroteca y confirmó que Sánchez lo había hecho antes ya. Y así, el líder popular le dijo al Presidente en el Congreso “¿qué coño tiene que pasar en España para que usted asuma alguna responsabilidad? A lo loco, con un poquito de énfasis. Pero aunque se ganó el aplauso condescendiente de su bancada, no tuvo el efecto revulsivo que  esperaban. 
Y es que la frase la encadenó a su discurso de siempre y salió sin fuerza y espontaneidad. Tampoco en esto de los tacos se le ve soltura al Presidente del PP, que no se mueve en su terreno ni suena a fresco, como el “manda huevos” de Trillo. Casado no quiso arriesgar con un socorrido “cojones” o la originalidad e ímpetu de un “qué re-hostias tiene que pasar”. No tuvo el líder popular ni los miembros de su gabinete la genial idea de utilizar un “carallo”, que ni es taco pero tiene chispa y es gallego, por lo que encaja de perlas en el contexto del fragor de la batalla lingüística. Le falta gracia a Casado en general, la misma de la que carece Sánchez. Es evidente que ambos líderes se esfuerzan, el de derechas si cabe más, pues tiene vocación de presidente y al enemigo en casa. Pero el derrocado ex Presidente del Gobierno y verdadero e invicto rey de la retranca, caramelito para cómicos e imitadores, es ahora registrador de la propiedad.
No se puede superar, es como la elegancia o el carisma, se tiene o no se tiene. Puedes conseguir abdominales de acero, pero el salero no se puede entrenar. Igual que la mala hostia que -si es sincera y natural- a veces incluso se respeta. Pero Pablo Casado quiso ser conservador y no se atrevió a ir más allá del “coño” que ya había utilizado el Presidente del Gobierno cuando se picaba con Rajoy.  Tal vez se olvidó de revisar el vídeo en el que éste, en su salida como Presidente del Gobierno, despidiéndose de sus compañeros en el Comité Ejecutivo Nacional, abrumado por los aplausos cuya duración le importunaba, espetó con total naturalidad: “bueno que alguien pare, coño”. Pues eso, si el nivel de la confrontación política es este, que alguien pare por favor. 

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