Opinión

El ministro insostenible

Ya conocen la frase: es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente. Aunque la atribución de la afirmación admite dudas, la experiencia nos demuestra cada día la certeza absoluta de este aforismo y la gran cantidad de personas que hacen méritos para ser ejemplo vivo de dichas palabras. Hay que hacer notar, además, que cuanto más relevante es el individuo o el puesto, más fuerza adquiere esta regla universal. 

Si eres ministro –de Consumo, para más señas- y encima quieres destacar, no te vas a llevar el premio al más espabilado. Porque si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas. O dilo de otra manera. En lugar de manifestar –en un medio de comunicación internacional- que España exporta carne de mala calidad, di como el Presidente Sánchez: “a mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible”. Y supérale hombre, con un “y si es español, inmejorable”. O sé más recatado y para no mojarte mucho ni hacer sangre quédate en un “estamos trabajando en ello”, fórmula utilizada de modo muy socorrido por Aznar –con acento ranchero- en no pocas ocasiones.
Porque hay tres cosas que nunca vuelven, una bala disparada, una palabra dicha y una oportunidad perdida. Decir que la carne española es mala no es precisamente trabajar para construir país ni luchar por un sector que con mayor o menor éxito trabaja para lograr la sostenibilidad. En cuanto esa frase salió de los labios del ministro tuvo que darse cuenta del inmenso error cometido y de las reacciones indignadas –y justificadas- que provocaría. O es así o es tonto, que también puede ser porque la tontería es infinitamente más profusa que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no. La oportunidad perdida es no haber preparado el asunto con destreza, con la autocrítica precisa, pero en positivo.

“Habla para que yo te conozca”, decía Sócrates. Y Garzón soltó la lengua y resoplaron indignados los que ya le conocían y los que no. Que si la cuestión de fondo sobre la necesidad de alcanzar el modelo sostenible del sector ganadero es indiscutible, las formas no pueden ir en detrimento del país. Hasta los juguetes - llamados a la huelga por el ministro- lo saben. Como también es sabido que si hablas mal se hablará de ti peor, como prueban los ríos de tinta en los que se empeña en nadar a contracorriente un ministro de Consumo que se hace insostenible y al que nadie llamaría tonto si no dijera tonterías.

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