Opinión

Libertad para morir

El Congreso da luz verde a la ley de la eutanasia, que hará realidad enseguida el derecho inherente a la condición humana de tomar la decisión de morir cuando la vida, en determinadas circunstancias, se hace insoportable. Porque la muerte es dulce, pero su antesala es cruel. Junto a esta aseveración de Camilo José Cela, les dejo esta otra de mi suegra, más humilde, pero que comparto totalmente: la vejez está muy mal inventada. 

Esta última reflexión no es una alusión culpable a la voluntad divina, sino hacia los poderes públicos que son incapaces de articular las medidas para garantizar la dignidad de la vida en la tercera edad, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe de este mundo. Pensiones ridículas, protección y atención socio sanitaria insuficiente y medidas rácanas que dejan a las personas en el momento vital más delicado, cuando más apoyo necesitan, más tiradas que el perro abandonado en la gasolinera de los anuncios de los años ochenta. “Él no lo haría”, decía el spot publicitario mientras enfocaba la mirada triste y lastimera del chucho, todo un actor. El Gobierno sí, te dejará desvalido porque nadie ha sabido hacer política que mire hacia un futuro a medio plazo o largo plazo, ni orientada a la protección de los mayores y a la garantía de su calidad de vida.

Amarga puede ser la tercera edad ante las dificultades que plantea y la falta de soluciones. Cruel si la enfermedad acompaña, el dolor se hace insuperable y la vida una agonía que queremos dejar atrás. La ley de la eutanasia legitima un derecho fundamental desde el punto de vista ético y consustancial con el derecho a la vida. El derecho de todos a la vida y a la integridad física y moral garantizado constitucionalmente no estaba completo sin el reconocimiento a disponer por uno mismo de su muerte en situaciones de necesidad y desamparo, con todas las garantías legales posibles. 

Los principios éticos, morales o religiosos de muchas personas se opondrán directamente a esta ley y a este derecho, pero la amplia mayoría obtenida en el Congreso de los Diputados aboca a su entrada en vigor y conversión en realidad que, sin darnos cuenta, se normalizará en muy poco tiempo, suponiendo un consuelo para aquellos que han tomado una decisión reflexionada y serena y para quienes les quieren y respetan. La ley no obliga a comprender ni compartir su objeto, su articulado ni su sentido, ni obliga a tomar a nadie ninguna opción, pero debe ser respetada. El derecho a la eutanasia eleva a la enésima potencia la libertad, valor superior de nuestro ordenamiento jurídico, y supone la cuadratura del círculo del derecho a la vida, ese río que va a dar a la mar, que es el morir, al que ya nadie podrá poner diques. 

Te puede interesar