Opinión

Esas fechas tan señaladas

A toro pasado todos somos Manolete. Cuando ya no hay peligro de amargársela a nadie, me arrimo ahora a reflexionar sobre esta Navidad desnaturalizada que dicen que tenemos. Por delante, mi defensa de las tradiciones. Generación tras otra, son en sí mismas elementos rectores de conservación y transmisión de la identidad, esencia y cultura de los pueblos. Pero la globalización y la pujanza de las grandes multinacionales impulsan una estandarización que ya no es atractiva ni para el viajero. Cada vez de forma más evidente, perece como si todas las calles fueran cada vez más parecidas, nos vistiésemos de manera idéntica, comiéramos lo mismo y nos divirtiéramos de la misma forma. Vayas a donde vayas. Lo verdaderamente sugestivo, sería cruzar fronteras para envolverte en la antropología y la raíz cultural que marcan la esencia y el carácter de los pueblos. Nutrirte de ellas para que, de esa unión, surja de nuevo la cada vez más anecdótica y extraviada emoción del encuentro con lo inesperado y la magia de lo que nos resulta extraño. Pero nos empeñamos en lo contrario. Y andan intereses por medio. 
Por supuesto que podemos aceptar la irrupción de celebraciones como Halloween, el Black Fryday o el CyberMonday. Pero asumiendo que son meramente negocios meramente comerciales. Se me cae el alma a los pies viendo como el alborozo de los llamados parques de bolas se paraliza por completo para dar paso a la ceremonia entrega de regalos al chaval que cumple años, que desde un esotérico trono, ningunea y desprecia objetos que ya tiene por tres veces, indiferente a la aflicción de quienes se los entregan. Todo un homenaje al consumo, al gasto desmedido y al endeudamiento. 
Tal culto materialista es frente al que también ha sucumbido la Navidad, lejos ya de su origen meramente espiritual y al que cada cual, por descontado, es bien libre de adherirse. Esta catarsis y el empeño porque la Navidad pierda su esencia, son también bien azuzados desde la política. Sus militantes ya no felicitan la Navidad, sino que desean felices fiestas, proscriben los espacios públicos de nacimientos y árboles para no ofender a otras religiones, y afirman que la presencia de drags queen en las cabalgatas de reyes son “representaciones de la diversidad y ayuda a visibilizar a los niños trans y LGTBI” (Laura Antonelli dixit, en cualquier telemierda). Felizmante, hemos dejado de pintar la cara con betún a Baltasar y sus pajes, pero ¿se han enterado del rey mago negro que se negó en Mallorca a entrar en una Iglesia para recibir a los niños porque es musulmán? Es lo que hay.
Que disfruten con salud de lo votado.

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