Opinión

Unos que no y otros que sí

Cuando paseo por una ciudad me sorprendo a mí mismo preguntándome el motivo por el que en una acera de cualquier calle los negocios funcionan y en la acera de enfrente, fracasan, y en muchos caso, negocios del mismo tipo. Se trata de reacciones no sujetas a reglamento alguno que brotan por generación espontánea y que no obedecen a ninguna pauta de conducta. ¿Por qué hay bares o cafeterías que van viento en popa y unos metros más allá, negocios parecidos están condenados a la miseria? ¿Qué misteriosa ley decide que un local parezca maldito y no prospere por mucho que cambia de dueño, mientras otro, dos portales más adelante, lleva décadas llenando el aforo y haciendo siempre lo mismo? No hay explicación plausible.

Ese mismo razonamiento lo aplico yo a determinados políticos. Los hay que disfrutarán de la bendición popular hagan lo que hagan, y los hay que no pueden permitirse el lujo de cometer un error por muy nimio que sea porque la opinión pública se lanzará a degüello y los triturará sin compasión en unos pocos días.

¿Cómo es posible que el lehendakari Urkullu permanezca  a estas alturas en su puesto y nadie haya pedido su destitución fulminante tras la tragedia del vertedero  que, para mayor abundamiento, se ha cobrado dos vidas y tiene sumidos en la angustia a tres pueblos de la zona cuyos habitantes llevan una semana aspirando una atmósfera  irrespirable que afecta a los pulmones de todos ellos y con más razón, a las personas de edad y los niños.

¿Cómo es posible que un ministro como Ábalos haya actuado en la impunidad más sorprendente y, una vez sorprendido en su misión, haya mentido hasta siete veces sin que el propio tráfago político le hubiera declarado inepto para  ejercer su responsabilidad de gobernante y se lo hubiera engullido?

Ambos son ejemplos de personajes a los que la opinión pública perdona graciosamente sin exigir nada a cambio. La razón por la que este tipo de situaciones se producen no está en los libros de texto. Y sin embargo, otros de su misma condición han sido devorados literalmente por periódicos y opinión pública por haber cometido algún acto que no es ni la cuarta parte de culposo que cualquiera de las situaciones que acusan a esta pareja.

Son dos ejemplos tomados al azar. Hay muchos más, naturalmente.

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