Opinión

Un país paralizado

La semana se ha iniciado con un nuevo Decreto por el que se suspenden con carácter cautelar todas las actividades salvo las consideradas esenciales para un Gobierno quien ha elaborado un texto que necesitó de cierto debate a juzgar por la tardanza en ser firmado y emitido, lo que alienta la sospecha de que de nuevo hubo bronca entre los dos integrantes del pacto. En la lista de actuaciones necesarias, las hay indudables y las hay capaces de suscitar alguna muy leve coña –se inscribe entre las permitidas la silvicultura por ejemplo- si bien y en general, lo que en esta larga lista se refleja está dentro de lo sensato y lo razonable.

Como suele ocurrir en este país nuestro incluso en momentos tan delicados como los que estamos viviendo, su promulgación ha suscitado opiniones variadas y no siempre  concurrentes. Para entendernos, no ha satisfecho en absoluto a la Patronal, quien supone que el Decreto no puede cumplirse salvo con un sacrificio que puede resultar letal para el colectivo y también para el país. Los sindicatos por su parte, lo consideran muy maduro y bien pensado. Estoy por asegurar que si en lugar de una colación de izquierdas gobernara una alianza de centro derecha, la respuesta sería la misma salvo que los papeles estarían intercambiados. La CEOE lo alabaría y los sindicatos lo rechazarían de plano.

Guste o no guste sin embargo, el mandamiento está promulgado y hay que cumplirlo a rajatabla a partir de hoy. Fue dado a conocer tras Consejo de Ministros extraordinario, en una comparecencia celebrada al alimón por la ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Y supongo que se me permite significar que, con independencia del acierto o desacierto de la medida que el tiempo se encargará de determinar, hacía mucho tiempo que no asistía a una intervención tan desastrosa. Y si bien a la ministra de Trabajo se le podría disculpar su ausencia de habilidad para expresarse en público con tal de que cumpliera bien su cometido, lo de la ministra portavoz no es perdonable. Montero –que es médica de profesión y uno siente la tentación de preguntarse qué hace médico manejando el erario patrio- puede ser una gran ministra de Hacienda, pero como portavoz es calamitosa. No es que se exprese mal. Es que no sabe expresarse.

Hagan ambas su trabajo y busque el Ejecutivo alguien que sepa contarlo.

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