Opinión

El debate de la tortilla de patatas

Algunas fuentes apócrifas atribuyen la invención de la tortilla de patatas a la improvisación de una diligente paisana vascongada que se vio en la obligación de darle de comer al estado mayor del general Zumalacárregui, jefe de las tropas apostólicas, cuando marchaba a defender Bilbao de los envites cristinos que mandaba Espartero. La leyenda –seguramente sin ningún fundamente histórico- cuenta que la atribulada mujer echó mano de huevos de sus gallinas, y patatas de su huerto, un alimento que, en general se destinaba por aquellos tiempos a alimentar a los gorrinos. Frió el tubérculo en aceite de alcuza naturalmente sin refinar, batió docenas de huevos, lo mezcló todo, y lo cuajó en una de aquellas gigantescas sartenes de hierro que pendían de las paredes en los hogares de las cocinas de aldea. Las crónicas no narran si aquellas primeras tortillas llevaban o no llevaban cebolla aunque es lógico suponer que sí. La cebolla era producto omnipresente en la alimentación campesina y cuesta suponer que aquella dama diligente no echara mano de ellas para darle más consistencia al invento.
Esta interpretación del inicio de un plato tan legendario y honesto como la tortilla de patatas, gloria y prez de la gastronomía nacional desde  la noche de los tiempos, es pura especulación, y el inicio del tormentoso dilema sobre la conveniencia o no de echar al guiso cebolla también lo es pos supuesto. Pero introduce un permanente y gratificante debate que permite la intervención de cualquiera que se sienta con ganas de hacerlo, sean o no sean mentes integradoras. Esas mismas crónicas entre la certeza y la leyenda atribuyen a un fusilero gallego  el disparo que atravesó la pantorrilla del general carlista y que acabó por ocasionarle la muerte cuando Zumalacárregui se empeñó que le tratara la herida un curandero de su pueblo, pero esa ya es otra historia.
La que toca ahora es meter caña en conversaciones veraniegas muy dadas a discutir de cosas benignas y superficiales que, sin embargo, rebajan la tensión y animan las veladas. La tortilla con cebolla y sin cebolla es un clásico del que pocos se sustraen. Reconozcamos que, sin embargo, la traumática salida de Messi condenado a la diáspora por la insolvencia del Barcelona es enemigo difícil de batir. Sobre todo si Messi, como da la impresión, estaba deseando.

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