Opinión

Suelta de niños

Pues, dilecta leyente, nuestro “Pedro Picapiedra” también alias “Pinocho”, tuvo la feliz ocurrencia, no porque otros países de nuestro entorno no lo vinieran haciendo ya, de permitir salir a los niños menores de 14 años a tomar algo de aire a la calle, eso sí acompañados de un adulto.

Al principio los “expertos” limitaban las salidas a acompañar a sus padres al supermercado, a la Farmacia o al Banco. Lo que más bien suponía un alivio para los mayores, al no tener que dejar a los pequeños solos en casa. En segundo término, los lugares escogidos para llevar a los infantes, sobre todo los supermercados eran un foco de infección, por lo que parecía que Sánchez había decidido convertirse en Herodes, después de haber intentado exterminar a los pensionistas. Por último, alguien con al menos media neurona, sobre todo a la vista de la contestación que tuvo la genial idea, decidió que los niños podían salir a jugar en soledad vigilados de cerca por sus padres.

A mí me vino a la memoria la novela, luego llevada al cine, “El niño con el pijama de rayas” de Jhon Boyne, sobre todo por el tiempo que se les permite permanecer en libertad vigilada, que equivale al tiempo que les  conceden a los reclusos permanecer en el patio de la cárcel. Si bien a éstos les conceden otra hora de paseo por la tarde; teniendo en cuenta que esa limitación horario/espacial solo se le aplica a los presos más revoltosos.    Por cierto que a los internos que caminan solos, los califican de “erizos”.

Por último, El Coletas, también conocido como “Pablo Mármol”, salió, como los toreros, al centro de la plaza parar saludar al respetable y de paso irrogarse la suelta de niños, como quien suelta globos o palomas o como hacen en los regímenes comunistas que tan bien conoce, poner en libertad a algún disidente, como homenaje al “Zapatero” visitante. El andoba, mostrando una falsa cara de encantador de serpientes, se dirigió a los pequeños para pedirles perdón por los errores cometidos con ellos ¡Que peligro, tiene el pavo! Pretende captar a los niños desde su más tierna infancia, sin duda con fines de adoctrinamiento. Un consejo, dilecta: No permita que se acerque a sus hijos ni de forma virtual y es que el gualtrapa más bien recuerda al célebre “Sacaúntos” con que nos amenazaban nuestras madres cuando nos portábamos mal, aunque en este caso es al contrario.

En fin, el inefable “Picapiedra” está dejando el país convertido en un páramo, y amenaza con dejarlo más seco que una mojama. Vamos, que como el caballo de Atila, por donde pasa no crece la hierba. Como usted misma diría: “¡Amigo, te quedó grande la yegua!”.

Si el ínclito Sánchez tuviese un mínimo sentido de Estado y no le importara España un higo, ahora que está en boxes, aprovecharía para deshacerse de “Pablo Mármol”, y que antes por miedo a perder los apoyos de independentistas y bohemios varios, no se atrevió a hacer. Sin embargo prefiere dejarnos la manzana con el bicho dentro, precisamente porque en él prima el interés personal por encima del partido y sobre todo del interés nacional. Pero el ínclito Sánchez no se va, más bien desaparece por “autocombustión”. ¿Quién será el pinocho socialista que le sobreviva? 

Se trataría de buscar un candidato/a que no esté contaminado por el gobierno sanchista de siniestro recuerdo, pues, en Derecho, no sólo es responsable el autor material, sino todos los que de alguna manera se consideran cooperadores o participantes, ya sea como coautores, autores mediatos, inductores, cooperadores necesarios o cómplices. Además, al ser el Consejo de Ministros un órgano colegiado, no sólo incurren en responsabilidad los que votan positiva o negativamente acerca de la perversa resolución, sino también los que con su abstención propician el funesto acuerdo, y si este país va cuesta abajo y sin frenos la culpa es del conductor y sus mecánicos. Por ello, las resoluciones de este Órgano deberían ser consideradas nulas por incompetencia manifiesta de sus evacuadores y deberían extenderse a todas los Decretos ministeriales y reglamentos, por aplicación del principio del fruto del árbol envenenado.

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