Opinión

Insólita indemnización

Pues, dilecta leyente, se está juzgando en A Coruña a un hostelero por supuesta agresión a un cliente que “supuestamente” protestó porque “supuestamente” no le gustó el plato de espaguetis. Dicho así, parecería que el dueño del establecimiento tiene más peligro que una piraña en un bidet, y que en vez de un restaurante dirige una célula yihadista.
Sin embargo las cosas no están tan claras como las cuenta la supuesta víctima, que parece haber traído preparada ya de casa la bulla, hasta puede que con ánimo lucrativo. Según las crónicas, el meollo de la cuestión se comenzó a gestar cuando el cliente, que se autoproclama escritor, sacó una manzana del bolsillo y se la puso a comer, tras rechazar la invitación del hostelero a servirle otro plato a elegir, si no le había gustado el que le había puesto. O sea que el hecho tiene más de provocación que de justa reivindicación. 
A partir de ahí las versiones difieren. El caso es que el escritor denuncia lesiones y pide 24.000 euros de indemnización por “evitación fóbica de su actividad creativa”. Vamos que como consecuencia del episodio violento se le secaron las meninges; lo cual exige conocer como era su actividad creativa previa. 
Bien, analicemos el caso desde las diferentes ópticas:
Si el hostelero es declarado culpable, sería condenado por un delito de lesiones, con una pena entres 6 meses y 3 años, si bien habría que tener en cuenta las posibles atenuantes de arrebato (por la provocación) y de dilaciones indebidas (los hechos ocurrieron en el 2.008), y en cualquier caso se trataría de argumentar una compensación de culpas. Eso, si se considera que actuó con dolo (intencionadamente). 
Se supone que su defensa habrá pedido la absolución por falta de pruebas y alternativamente admitiría lesiones por imprudencia (sin querer causarlas).

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