La verdad es que no tengo ni idea lo que significa la palabra 'cibiricundia'.
Recuerdo, eso sí, que la empleaban los redactores de la revista 'La Codorrniz', en la que colaboraron grandes humoristas que con sus artículos o dibujos nos enseñaron a vivir en épocas franquistas haciendo que lo prohibido no se notase mucho, ¡toma cibiricundia!
Y ya me dirán ustedes, cuando lean lo que me escribe un amigo.que no me da su nombre pero me trae el recuerdo de las maneras cívicas y limpias de obrar de todos los españoles que entonces teníamos el alma limpia y el cuerpo amoratado (algunos, no todos, bueno. Ya, ya.... Pueden, deben usar ahora el 'cibiricundia'.)
Dice así: 'Estimado amigo y y buen comentarista ?gracias generoso, aprovecho-, quisiera rogarle y que me ayudase a entender dos hechos que se están repitiendo mjucho en nuestro país y que me gustaría saber como han venido aquí. Le cuento:
'Se da la circunstancia que se está produciendo un fenómeno tristísimo. Hablando en plata: ¿Usted entiende que cuando se juega la final de algún partido de fútbol los vencedores exultan a lo loco, se tiran por el césped, se abrazan con sus congéneres, bailan, gritan, corren, se besan como si hubieran venido de la guerra y llevasen años sin verse; ejecutan una serie de movimientos con las manos y brazos o con todo el cuerpo, que solo ellos entienden como signo vencedor. ¿Y ha visto los gritos que repiten, que hacen incluso en versos y no se cansan de seguir y reiterar los espectadores cuyo equipo ha obtenido la victoria?
Por contra los seguidores del equipo derrotado, -y los jugadores-, lloran, se van a sus domicilios y le pegan una patada al gato ?o al perro- que, 'generalmente' no tienen que ver nada con el deporte.
'Y esto, ¿no causará daño en las mentes de todos ellos. Por lo menos que no nos escarafucien (sic) a los jugadores del Celta cuando dentro de poco volvamos a la Primera División. Contésteme. Y mucho 'please'.
Le contesté. Ahí va: Lo siento, amice. Pregunte usted a los demás. Mi capacidad forense no llega a tanto'
