Opinión

Alemania proyecta el liberalismo

Todavía no hemos comenzado siquiera a digerir la radical importancia de las elecciones celebradas el domingo pasado en Alemania. El nuevo pParlamento, del que emanará un gobierno presidido por un canciller distinto a Angela Merkel, es toda una gran lección de la sociedad alemana a las del resto de Europa: una lección de rechazo al populismo de la extrema izquierda y de la extrema derecha. En un momento histórico complicado de nuestro continente, cuando parecemos estar de vuelta en la República de Weimar, en el periodo de entreguerras, en la cocción acelerada de una pugna sangrienta entre los totalitarismos nietos de los de entonces, Alemania ha puesto sentido común al debate. Mientras en gran parte de Europa la combinación de la extrema derecha y la extrema izquierda ronda o supera el tercio, a veces incluso el cuarenta por cierto, de las respectivas cámaras legislativas, en Alemania se ha reducido a menos del 17% de los escaños proclamados. Mientras en España Podemos cogobierna y el secretario general de la formación comunista Izquierda Unida es ministro, en Alemania el equivalente, Die Linke, ha perdido casi la mitad de sus votos y de sus escaños. Mientras en Polonia y Hungría gobiernan fuerzas de extrema derecha, y en España Vox tiene más de cincuenta escaños, el equivalente alemán Alternative für Deutschland ha perdido casi el 20% de sus votos, ha quedado en quinta posición y sólo es fuerte en algunos länder deprimidos de la antigua Alemania del Este, donde parece haber aún cierta querencia por el autoritarismo. El maravilloso empate técnico entre los dos dinosaurios de la política alemana (socialdemócratas y democristianos) deja la llave del gobierno en manos de dos formaciones políticas más frescas y modernas, con un enorme respaldo de la juventud.

Los Verdes es un partido intervencionista en materia ambiental, y sus pulsiones deberán verse refrenadas por sus socios de coalición, pero es también una formación política más abierta que las del establishment en cuanto a los derechos y libertades personales, por ejemplo en lo relacionado con la urgente normalización legal de las drogas. El liberal Freie Demokratische Partei (FDP) es un factor de esperanza para Alemania y para Europa. Al ser imprescindible en prácticamente cualquier escenario de gobierno, todo parece indicar que el líder de esta formación, Christian Lindner, se hará con la potentísima cartera de Finanzas. Es magnífico que el FDP haya sido la fuerza más votada por los jóvenes. Es el anticipo de un futuro mejor. Mientras gran parte de los jóvenes españoles o griegos sueñan con ser funcionarios y aspiran a que el Estado organice sus vidas y les dé las cosas hechas, los jóvenes alemanes quieren emprender, prosperar mediante sus propios proyectos, comerciar, trabajar en un mercado abierto, ser autónomos, ser libres. Mientras gran parte de los jóvenes húngaros o polacos han sucumbido a los cantos de sirena de los embajadores del anteayer, y se han tragado el engaño deplorable de que su futuro radica en reeditar el pasado remoto, un rancio pasado de patrias y jerarquías, de moralismo y tabúes, los jóvenes alemanes han rechazado masivamente el Leviatán de la derecha igual que el de la izquierda, comprendiendo que apenas son las dos estéticas de un mismo enemigo.

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