Opinión

Una tate gallery en Vigo

En el Plan General de 2008, que nunca más volverá, aparecían dos torres a mantener por varias causas, entre ellas no la menos importante que a decir de los expertos marcaban el perfil de la ciudad. Una, el Xeral, que será convertido en la Ciudad de la Justicia con un brutal incremento del presupuesto, que se dispara hasta los 40 millones. Otra, la Panificadora, edificación industrial que lleva más de 30 años con las puertas cerradas y en ruina avanzada, con muchas de sus piezas desaparecidas o irrecuperables. De la obra firmada originalmente por Gómez Román queda bien poco y es verdad que en el pasado se optó por la demolición completa pero al contrario que con Cluny, los arquitectos ordenaron su conservación. ¿Y ahora qué? Porque no es fácil sacar provecho de unos silos y un par de anexos en situación de catástrofe absoluta. El modelo de edificación industrial recuperada que hizo fortuna en Londres con la Tate Gallery no parece fácilmente transferible a Nuestro Vigo por varias causas. Una, que la estructura de la Panificadora tiene difícil encaje con otros usos que los suyos propios. Y dos, que los intentos locales por convertir inmuebles en museos no han dado los frutos queridos, como el Banco de España en Casa das Artes; la cárcel y juzgados de Príncipe en el Marco; el antiguo consistorio en la Casa Galega da Cultura y el pazo de Ferrería en Pinacoteca. Tampoco los de nueva planta, y ahí están el Centro de Fotografía y el Verbum, prácticamente cerrados o sin actividad relevante. Siendo positivos: la Panificadora será algo más que una ruina, eso sí.

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