Opinión

Iberlux, mercado eléctrico, Eixo

El alcalde de Oporto, Rui Moreira, un hombre muy dado a grandes titulares, acaba de lanzar un interesante mensaje a favor de la creación de estructuras mixtas administrativas entre España y Portugal para repetir el modelo comunitario avanzando: primero impulsar el iberismo y luego ya se verá. En algunas partes se interpretó la declaración como que Moreira era partidario de la unión de España y Portugal, y no digo que no lo sea, pero hay que ser sinceros y no fue eso lo que exactamente dijo. De hecho, se refirió de forma expresa a poner en marcha lo que denominó Iberlux, un remedo del famoso Benelux, la unión aduanera y económica entre los tres pequeños países anterior a la propia UE. Cada uno de ellos sigue siendo independiente, pero es cierto que hace años que han unificado sus políticas más importantes y su ritmo económico y social. Eso mismo pide el alcalde luso: ir creando entidades bilaterales acelerando así la integración que ya se produce en Europa. Puso como ejemplo el Mercado Ibérico de Electricidad, iniciativa exitosa de ambos gobiernos que podría repetirse con otras estructuras económicas y sociales. Y añadió el Eixo Atlántico de municipios como una entidad bilateral que funciona. Así es, en efecto, y con origen en Vigo. En 1993 se puso en marcha con el eje formado por Vigo y Oporto y que luego se fue extendiendo al resto de ciudades de ambos lados del Miño y más tarde a ayuntamientos de menor tamaño. En Galicia, el Eixo no tiene el mismo predicamento que en el norte de Portugal, donde su voz tiene enorme eco. Hay una razón: en Galicia existe la Xunta para articular políticamente la comunidad, pero en Portugal, donde no hay autonomías, el Eixo cumple en parte esa misión en la Región Norte lusa, sirviendo de portavoz regional ante Lisboa (fue sonada la polémica por la imposición de peajes a la autovía a Oporto). 

Esta semana el Eixo celebró su asamblea y eligió al alcalde de Braga como presidente. Braga, ahí al lado, ha pasado en poco tiempo de ser una pequeña ciudad adormecida y de importancia secundaria a tener un peso creciente cultural (Camino de Santiago luso), investigador (el laboratorio nanotecnológico ibérico, otra entidad mixta) y comercial, como bien saben miles de vigueses que peregrinan a Ikea.

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