Opinión

el futuro ya no es lo que era

En 1982 la Guerra fría aún hervía, la crisis del petróleo parecía interminable y el fin de las reservas próximo, y sobre el mundo se cernía la amenaza de contaminación: el futuro era aún más negro que las visiones apocalípticas de Greta y así se divisaba el entonces lejano 2019 en la histórica Blade Runner. Afortunadamente no ha acertado una. El mundo no se ha convertido en una neblina de polución irrespirable con coches-aviones surcando el aire y desde luego no hay replicantes humanos ni se han colonizado nuevos planetas. Más bien al contrario: ni siquiera ha habido misiones tripuladas a la luna desde los setenta. En cambio, la película no había previsto internet ni la proliferación de los móviles  ni tampoco las redes sociales que todo lo copan. Creo que sólo acertó en la expansión china.
Cuando se estrenó Blade Runner, Vigo ya era una ciudad notable, la primera de Galicia, pero en crisis permanente, con el naval y la automoción entrando en una peligrosa espiral descendente por falta de pedidos y el inicio de lo que se llamó reconversión industrial. Empresas que lo habían sido todo, como Casa Mar o GEA, con miles de empleados en sus mejores momentos, se encaminaban al cierre. El puente de Rande acababa de inaugurarse y era lo más moderno: ni soñar con autopista a Madrid. Pero eran años magníficos para el desarrollo cultural de Vigo, que gracias a bandas excelentes se convertiría en referente nacional del pop-rock. Fue entonces cuando Vigo comenzó a salir en el mapa y no sólo por el Celta ni por sus eternos problemas laborales y sociales. 
Blade Runner no podría imaginar que en 2019 Vigo lo jugaría todo a ser capital de la Navidad ni que los peronistas volvieran a ganar en Argentina.

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