Opinión

La audiencia lo cambió todo

En Pontevedra la creación de la Audiencia en Vigo fue considerado como una desgracia y llevaría a la convocatoria de una manifestación que tuvo impacto, con unas 5.000 personas en la calle, que equivalen a 60.000 en Vigo. Mucha gente, alentada en parte por Fernández Lores, del BNG, que  dejó a un lado Galicia para subirse al carro del localismo más rancio al defender la vigencia de las provincias. Le sirvió para conseguir la alcaldía poco después: la historia interminable del fin y los medios. La protesta se desarrolló contra la disminución de la capitalidad pontevedresa y tuvo éxito, no habría otra igual hasta hace diez años, y por otro hecho similar, cuando la Xunta creó la Delegación en Vigo, independiente de Pontevedra. Ya estaba el entonces y hoy el alcalde Lores, quien pidió a Feijóo que la oficina viguesa de la Administración gallega tuviera categoría de subdelegación. Se negó. Así están las cosas en la Boa Vila. En Vigo, en cambio, apenas hubo reacciones de apoyo a la decisión del Gobierno gallego pese a su trascendencia.
La creación de la Audiencia abriría el camino hacia lo que en Pontevedra se consideraba la disgregación de la capital y en Vigo la normalización de los servicios y cumplir con el principio de acercar la Administración al administrado. Así llegarían más tarde otras dotaciones demandadas por el mismo motivo como la oficina local de Tráfico o el Registro Mercantil. También se crearía el Área Metropolitana, hoy paralizada hasta que el juez dictamine. Vigo dispone de las direcciones provinciales de la Seguridad Social y la Tesorería o Extranjería, servicios que se asientan en la mayor ciudad de una provincia que -pese a todo- aún se llama Pontevedra y no Pontevedra-Vigo o Rías Baixas. 

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