Si el Plan General acierta -y sería el primero en hacerlo- en los próximos 20 o 30 años esta ciudad no va a crecer o su desarrollo será mínimo, con una estimación de 310.000 habitantes como máximo. Nada que no hayan dicho antes otros estudios estadísticos -IGE e INE apuntan a algo similar en sus proyecciones- pero con el valor añadido de que en esta ocasión sean los propios redactores del PGOM. Que en general, tienden a engordar cifras de cara a justificar las previsiones de construcción de miles de viviendas. Hacen falta: en Vigo existe una demanda brutal de pisos, tanta como el resto de ciudades gallegas juntas, según el registro de demandantes de la Xunta. Hay que construir unas 10.000, pero para los que ya viven aquí y no quieren marcharse a otro municipio vecino. La Xunta va a poner en el mercado unas 1.500 en Navia, y eso dentro de un par de años como pronto, así que hay mucho mercado por cubrir y no va a ser fácil, salvo que el Plan General funcione. El anterior, por ejemplo, contemplaba ganar 100.000 habitantes y superar los 400.000. Hay que olvidarse.
Lo paradójico es que el verdadero motivo de que Vigo crezca muy poco se encuentra en su transformación en una ciudad más. Durante el pasado siglo, Vigo pegó una subida espectacular al transformarse en un punto de llegada de miles de personas de toda Galicia y también del resto de España que sabían que aquí podía haber trabajo y posibilidades reales de mejorar. Eso fue ya hace más de medio siglo, y la prueba está en que Vigo tiene ahora más población autóctona que Coruña o Lugo, cuando en los años setenta u ochenta no alcanzaba ni el 40 por ciento del total. Ya no somos una ciudad de aluvión, somos una ciudad normal. No es malo.
