Opinión

Las tres torres de Vigo

Un empresario muy famoso de Vigo me confesó que su deseo íntimo era haber sido alcalde para demoler dos torres, la de Toralla y la del consistorio (pagando ambas a sus propietarios). Yo añadiría una tercera, la Panificadora, aunque hay ciertas posibilidades de que se caiga sola a la espera de que llegue el día de su rehabilitación (que yo considero imposible). 

El consistorio y Toralla son dos obras destacadas, con valores estéticos, pero emplazadas donde no debían. La torre de la isla la proyectó Bar Bóo, un gran arquitecto, con un diseño atractivo pero incompatible con su entorno. Fue un éxito empresarial, eso sí. El ayuntamiento nació por la misma época, esta vez como proyecto firmado por el Colegio de Arquitectos en colectivo con una propuesta muy del desarrollismo. Se trataba de que el poder municipal no pasara desapercibido y en efecto así es. Como daño colateral, el castillo de San Sebastián, que ya se encontraba en ruinas, quedó escondido y sin posibilidades de rehabilitación, motivo suficiente para que la piqueta actúe. Hubo varias ideas para demoler la torre, pero no fructificaron (incluso un estudio de Moneo, que pasó años en el propio edificio). 

Muy anterior es la Panificadora, obra inicialmente firmada por Gómez Román, aunque luego modificada, que hace mucho que tendría que haber sido derribada. No le tocó y a alguien se le ocurrió que era una escultura urbana que “define el perfil de Vigo”. En efecto, y como el consistorio, para mal. Esta pasada semana Zona Franca aprobó otro presupuesto donde aparece una partida para la eterna recuperación de la Panificadora, como en el anterior y en el anterior. Mucho mejor sería destinar esos millones a acabar con los silos y el consistorio y crear un espacio urbano en torno al castillo. Y de paso, liquidar Toralla. Por soñar... 

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