Opinión

Modelos fallidos

Hay cosas que se sabe con seguridad que no pueden funcionar porque parten de ideas equivocadas o proyectos ineficientes. Se ve desde el primer día. Como la coalición Sumar-Podemos en Galicia para las autonómicas, segunda parte de un matrimonio que ya había fracasado y acabado en divorcio. Y pese ello, se vuelven a casar. Una segunda boda entre “ex” es como ver un partido en diferido donde ya se conoce el resultado. Ya pasó en Galicia con En Marea, que implosionó tras acabar multidividida en el Parlamento.

Lo mismo se sabía que iba a pasar en Cangas tras la elección de la candidata del BNG pese a no ser la lista más votada -lo que en sí mismo carece de importancia con el sistema electoral vigente- pero con el añadido de las relaciones inexistentes con la anterior alcaldesa. El PP ganó y Sotelo no pudo ser alcalde porque le faltaron unos votos y el resto se unió en su contra. Pero la suma negativa contra Sotelo no era positiva en torno a la nueva regidora. Resultado cantado: una vez más, el ayuntamiento bloqueado y sin posibilidades de ser útil. 

Pero mi relación fallida favorita es mucho más cercana. Salió (o fue despedido) del Celta Luis Campos, confirmando lo inverosímil de su modelo tipo “cuando tenga un rato, voy por ahí aprovechando que paso por mi casa de Portugal”. No podía funcionar y no funcionó, con un balance incluso más pobre de lo esperado, que era prácticamente nada. La idea estaba bien planteada, fichar un director externo ligado a una superpotencia europea como es el PSG para atraer grandes jugadores, pero estaba condenada desde el minuto uno precisamente por ello, porque era un trabajo temporal y secundario para Campos. Sin su valedor en el palco, no valía la pena alargar una relación que no iba a ir a ninguna parte. Nadie le echará de menos.

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