Opinión

Debe haber justicia para Déborah

Sostiene con amargura una compañera de la Redacción que a nadie le importa que no haya justicia para Déborah Fernández. Niego la mayor: la prueba es que han pasado cerca de 22 años desde que apareció muerta en una cuneta y el caso sigue abierto aunque lamentablemente parece abocado a su cierre en falso. La última prueba que ha fracasado ha sido la del móvil de la joven, cuyo estudio se despachó en nueve líneas después de un año de investigación por parte de las fuerzas de seguridad del Estado. Queda el análisis del ADN y el único imputado y si esto falla el asunto se cerrará. Si esto ocurre se producirá una enorme injusticia: alguien, solo o en compañía, siendo esto último lo más probable, mató a Déborah y la dejó tirada al borde de la carretera entre Baiona y A Guarda en un escenario deliberadamente teatralizado con pistas falsas para despistar a la Policía y confundir a la investigación judicial. Hay que decir que con todo éxito. Han pasado los años y el asunto camina hacia su segundo archivo y esta vez será el definitivo al prescribir el delito, asunto sobre el que algún día habrá que cambiar la legislación. 

Pero miles de personas se acuerdan todavía del asesinato de una chica de apenas 21 años que un día salió a correr por Alcabre y no volvió. Nadie sabe por qué ocurrió y quién lo hizo. Y cómo logró montar un escenario a medida en la carretera. Pero sabemos que hay alguna persona o personas que están a la espera de que llegue el carpetazo. 
Lo de Déborah supondría una derrota de la Justicia, como lograr impunidad a cambio de apoyo político lo es de la democracia. En ambos casos, sendos fracasos colectivos.

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