Opinión

Ábalos en Vigo

Ábalos llegó, firmó en el libro de honor y se fue

A principios de octubre de 2018 entró Abalos por el consistorio vigués acompañado de toda su corte de asesores y técnicos ministeriales, que no era pequeña. Llegó, firmó con toda la pompa en el libro de honor del Concello de Vigo, y apenas unos minutos más tarde se plantó ante los medios para dar la mala nueva. En unos segundos anunció la anulación de la construcción vía plan extrapresupuestario de la nueva autovía a Porriño que había aprobado Rajoy unos meses antes; informó sobre otro trámite ambiental de décadas para el eterno AVE por Cerdedo y advirtió de que no se iba a levantar el peaje, o dejarlo en la sombra, en el tramo Vigo-Redondela de la autopista, otra propuesta validada por el anterior Ejecutivo en sus estertores. Hecho todo lo cual fuese y no hubo nada. Y, sin embargo, el hoy vapuleado Ábalos, al que siempre le acompañó un aspecto de película de Santiago Segura, había sido agasajado en Vigo como un mesías ante Jerusalén. Era el segundo del PSOE y el ministro que decidía las inversiones de un Gobierno recién estrenado que no estaba achicharrado ni dependía de Crazy Puigdemont. Hoy es un apestado, aunque su firma sigue en el libro de honores del ayuntamiento vigués.

Hace algo más, cerca de 19 años, Benítez tocaba el cielo al ganar la Champions con el Liverpool. Lo más para un entrenador de club. La satisfacción de un trabajo y la coronación en el Hall of Fame del fútbol. Eso fue en 2005. Hoy Benítez está al frente del peor Celta, incapaz de mantener un resultado y que ha traicionado al celtismo obligando a jugar 90 minutos tras el balón, defendiendo ante equipos como el Cádiz. También fue recibido en Vigo como un regalo de los cielos, cuando era evidente que su llegada al Celta significaba que su nivel ya no daba para más. Como a Mourinho, el fútbol se le ha ido de las manos y el domingo tocó fondo su proyecto. Su firma también sigue en el Celta, eso es lo malo.

Te puede interesar