Opinión

Carlos Martel y la "Liberté, Égalité, Fraternité"

La Historia, con mayúscula, de la humanidad tiene una constante y es siempre deudora de generaciones anteriores. Bien creo que ni Carlomagno sería tal sin contar con sus antepasados, ni la cartesiana Francia asumiría en la Ilustración y su Revolución el lema que hoy perdura: "Liberté, Égalité, Fraternité". La laica Francia cuenta en su devenir histórico con hechos que la hacen dechado de laicidad, algo bien contrario al laicismo, como Benedicto XVI resaltó en su visita al país galo. En todo siempre hay un porqué. La laicidad es buena, la libertad igualmente, y la pacífica convivencia es óptima para cualquier sociedad. Olvidarlo cayendo en nefastos confesionalismos sólo pueden acarrear desgracias como las acarrearán ciertas islamofobias reinantes. Todos los "ismos" son preocupantes. Imponer cualquier sistema ya sea político o religioso es lo peor que puede ocurrir en esta época de globalización pregonada. 
Sería interesante, eso creo, recordar algo de historia para poder juzgar hechos lamentables de la actualidad. El mundo debe luchar por la libertad y la fraternal igualdad si quiere progresar en sana convivencia. Carlos Martel (690-741), hijo ilegítimo de Pipino el Breve y abuelo de Carlomagno, fue duque y mayordomo de palacio de 717 al 741. Y vivió con su concubina en Valonia (Bélgica) expandiendo el territorio francés. Por muchas razones pasó a la historia, pero sobre todo por la célebre batalla de Poitiers y Tours en el año 732, considerada como un hito histórico al impedir que los musulmanes entrasen en Francia. Impidió que pasasen los Pirineos y que dominasen Europa cuando ya tenían en su poder la Península Ibérica. Desde entonces nunca más hubo invasiones musulmanas en Francia. La victoria de Poitiers es considerada decisiva para la historia mundial en la medida en que preservó a la Europa Occidental de la islamización. Sin duda es uno de los grandes de la Edad Media y fundador del imperio carolingio que llevó a la cumbre su nieto. En su contra está el haber fomentado el feudalismo y un maridaje con la Iglesia que llegó a su culmen con su nieto y que, todo hay que decirlo, reportó más males que bienes, y en definitiva el auge de los señores feudales con consecuencias nefastas en general. Gregorio III le nombró "Héroe de la cristiandad".
Pues bien; Francia, desde entonces, nunca se decantó por ninguna confesión, lo cual, en líneas generales, promocionó la laicidad en la que cada cual puede pensar como le parezca y profesar la religión que crea oportuna. Desgraciadamente algunos parece que desconocen lo que esto significa y se dedican a atacar a los que piensan distinto. Muy triste. La fe y la religión, en célebre frase del papa emérito: "No se impone, se propone". Los cristianos hemos sufrido ataques y mofas muchas veces graves e incluso en países islámicos se mata a creyentes y se destruyen templos. ¿Por qué siguen ese camino? ¿A qué se debe el que las distintas religiones, sobre todo monoteístas, sean incapaces de convivir juntas como pedía recientemente en Turquía el papa Francisco?
Entre tanta inmigración en un mundo global tenemos que aprender a convivir. Ni todos los cristianos son buenos ni todos los budistas, musulmanes o protestantes son malos. En todas las casas "cuecen habas", pero lo que está ocurriendo hace pensar. Bien está admitirlos. Pero mal sería que tuviésemos que seguir la doctrina de algún país nórdico que impide el ingreso de personas de otros credos. La tolerancia, que los cristianos deben llamar caridad, debe admitir a los demás por ser humanos; pero llegar y por las armas atacar la libertad de expresión y matar ideologías distintas es grave y crea un rechazo generalizado que es injusto.

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