Opinión

Los pequeños negocios necesitan CERTEZA

Los datos indican que, pese a nuestros malos resultados en comparación con otros países, estamos en un momento en el que la pandemia por Covid-19 ya no amenaza de un modo tan acuciante la capacidad de nuestros sistemas sanitarios. Probablemente, mientras no exista una vacuna, esto es lo único que podemos hacer: tratar de controlar la evolución de los contagios para evitar picos que lleven a una nueva saturación de las UCI. Es una situación tremenda. Esa es la verdad. Pero tenemos que aprender a convivir con ella con los mínimos efectos posibles sobre la actividad económica que, no nos olvidemos, es la que soporta el Estado de bienestar que entre todos habíamos alcanzado.
La nueva normalidad es eso. Esperemos que sea una situación transitoria. La humanidad ha demostrado que se puede vivir de una forma razonablemente segura pese a la existencia de microorganismos letales: desde la viruela (que felizmente se erradicó) hasta la tuberculosis, la polio o la en su día también tremenda gripe común.
Esta será, previsiblemente, la evolución de la infección por coronavirus. Pero, mientras llega la “normal” normalidad que ha de venir tras la “nueva” normalidad, hay otra epidemia latente que está minando nuestra salud y nuestras esperanzas de futuro. Se trata de la angustia con la que viven millones de trabajadores, autónomos y empresarios. La angustia del abismo que se adivina tras meses de aletargamiento de la economía. Esa situación es hoy prioritaria y requiere de respuestas inmediatas. Necesitamos saber que hay un plan. Necesitamos tener CERTEZA.

El gobierno tiene la obligación de presentar esa propuesta, de generar esa seguridad. Debe ser una propuesta preparada por verdaderos expertos que vivan la realidad y, por supuesto, ha de ser consensuada con la oposición y los agentes sociales. No caben más improvisaciones. Lo que hay que reactivar es una economía conocida.
Es prioritario dar esperanza cuanto antes a los autónomos y pequeños empresarios. No tienen los medios de las grandes empresas o corporaciones y han perdido ya más de dos meses. Están al límite de lo soportable. Necesitan saber cómo aprovechar al máximo las posibilidades de esa transición denominada “nueva normalidad”. Las ayudas económicas son necesarias, pero no dejan de ser un parche coyuntural. En muchos casos son como las medidas paliativas que se le proporcionan a un enfermo terminal. Ahora es necesario acometer políticas activas. No basta con ayudar a los autónomos a sobrevivir. Es responsabilidad del Gobierno del Sr. Sánchez ayudarles a adaptar sus negocios para afrontar una situación inédita.

Ayudas de este tipo deben complementar a otros apoyos, como las medidas fiscales, exenciones de impuestos, ayudas al alquiler u otro tipo de ayudas directas para garantizar la liquidez necesaria en el día a día.

En primer lugar, es necesario saber de una forma clara y con explicaciones sencillas qué es lo que se les va a exigir, ya sean mamparas para separar a los clientes, nuevas medidas de seguridad laboral y prevención de riesgos, necesidades en materia de seguridad alimentaria, medidas de profilaxis para los clientes… Y ayudarles con planes de comunicación para la recuperación de la confianza en el consumo, que pueden incluir la creación de sellos, etiquetas o garantías sanitarias, campañas de publicidad, etc..
A partir de ahí, habrá que dar facilidades para la adaptación de los negocios a esa nueva realidad. Serán esas unas ayudas eficaces, porque no sólo garantizarán que se cubren las necesidades acuciantes mientras llega una muerte inevitable, sino que se ofrecerá una esperanza de supervivencia y futuro.
Hay que frenar con esperanza y medidas concretas esa otra epidemia que nos amenaza y que puede tener también efectos irreversibles sobre millones de familias. Y hay que hacerlo ya.

* Senador del Partido Popular.

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