Opinión

El poder de los petrodólares se impone en Dubái a costa del planeta

¿Cómo es posible que los acuerdos adoptados en Dubái pasen por transicionar el uso de los combustibles fósiles frente a la imperiosa necesidad de frenar la crisis climática, a base de acelerar el proceso de descarbonización e impulsar la transición energética? Lamentablemente, tras Dubái, los petrodólares seguirán dominando el mix energético mundial. De poco sirve el que se reconociera por primera vez en las tres últimas décadas, que la dependencia de los combustibles fósiles es la causa fundamental del cambio climático, en sintonía con los últimos informes del IPPC, desde el ámbito científico lo venimos advirtiendo desde hace tiempo, al igual que a causa del uso de carburantes haya empeorado significativamente la calidad del aire en las grandes ciudades y como consecuencia de ello fallezcan más de 7 millones de personas al año en el mundo; si a la hora de tomar decisiones se alarga el uso de los combustibles fósiles -y dicha reducción se llevará a cabo a distintas velocidades, teniendo en cuenta las circunstancias de cada país- en vez de adoptar medidas drásticas tendentes a eliminar los combustibles fósiles para frenar la crisis climática, lo que tendrá consecuencias negativas para el planeta y para la humanidad. Los 198 países presentes en la Cumbre aprobaron por unanimidad el documento Balance Mundial o Global Stocktake, la primera revisión desde la Cumbre de París de cara a fijar nuevos objetivos, incorporando al texto: “efectuar una transición de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica, para lograr cero emisiones netas en 2050, de acuerdo con la ciencia”. El horizonte marcado en la Cumbre de París para finales de este siglo, era limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales, lo que estaba vinculado a reducir drásticamente y sin demora las emisiones en todos los sectores; está claro que, transitando, va a ser misión imposible cumplir este objetivo. Algunos coinciden en que esto es el principio del fin de los combustibles fósiles, lo cual es no querer reconocer la gravedad del problema; si bien lo importante es que esa eliminación gradual no llegue demasiado tarde, ya que serán el propio planeta y la humanidad los que sufrirán las consecuencias. Esperaba más de la COP28 dada la gravedad de la situación, pero teniendo en cuenta el poder de los petrodólares del país anfitrión, era una quimera pensar que se adoptarían decisiones para eliminar y/o reducir drásticamente el uso de los combustibles fósiles. Entre las luces de esta Cumbre, cabe destacar el compromiso de triplicar la capacidad instalada de energías renovables para el 2030 y duplicar la eficiencia energética, así como un ligero aumento de la financiación para los países en desarrollo. En Dubái no se ha resuelto el problema de fondo, el acuerdo de mínimos es del todo insuficiente para tratar los síntomas de un paciente que está agonizando en vez de adoptar medidas drásticas para intentar salvarle la vida. Está en juego el futuro del planeta y no podemos permitirnos retrasar la descarbonización, la reducción de emisiones de GEI ni la transición hacia energías limpias y renovables. (*) Científico, académico, experto en salud ambiental

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