Opinión

Lo que le vendría bien conocer al movimiento vecinal sobre Vigo

Este 7 de abril se han cumplido 200 años desde que invadieron España lo que el ministro de Luis XVIII François de Chateaubriand bautizó como “Los Cien Mil Hijos de San Luis” para restaurar la alianza del trono y el altar, o sea, el poder absoluto de Fernando VII y liquidar la experiencia revolucionaria del Trienio Liberal (1820-1823). Vigo no conocería sus efectos hasta que el traidor Morillo entró de nuevo aquí el 4 de agosto de 1823 y detuvo y fusiló en Redondela a los milicianos liberales que defendieron la Constitución de 1812, dado que fue en la cercana villa donde se rindió esta heroica ciudad. Es interesante la lectura de los bandos y manifiestos de los abades de la comarca que en 1809 llamaron a la defensa de la patria y que estuvieron encantados cuando se repuso el absolutismo. En Pontesamapio, los milicianos habían vencido inicialmente al traidor en el mismo lugar donde juntos derrotaran al francés 14 años atrás, pero finalmente, los refuerzos realistas consiguieron alcanzar Vigo. Las autoridades de esta ciudad, para evitar el asalto, se dirigieron a Redondela al encuentro de Morillo, donde se rindieron. La represión fue durísima.
Ahora que han acabado las ferias y fiestas de la Reconquista quizá a alguien se le ocurriera volver la mirada hacia aquel agosto de 1823. Es muy decepcionante que el movimiento vecinal vigués se conforme con celebrar el 28 de marzo y sus aledaños como el mayor episodio de la historia de Vigo y que, como parecería lógico, según nuestro sistema de valores actuales ignore, en el más completo sentido de la palabra lo ocurrido en 1823 y no se revista también en la plaza pública en recuerdo de los defensores de la Constitución que los veteranos franceses de 1809 vinieron a derogar en 1823, con la colaboración del traidor Morillo.
Es evidente que aparte del conocimiento, la recuperación de la historia de la ciudad precisa de un impulso público que no se da. De modo que en agosto de este año pasará sin pena ni gloria el 200 aniversario de la rendición de la ciudad y la quiebra de sus libertades. Hace años, yo di una conferencia en la Asociación de Vecinos Casco Vello donde expuse todo esto, lo que fue una prédica en el desierto. Además de la reposición del rey absoluto, en 1823 ocurrieron aquí mismo otros episodios, como la serie de desmanes que cometieron las bandas realistas. Los liberales de Vigo fueron pasados por las armas en Redondela, pues al contrario de los de A Coruña, no pudieron huir a Inglaterra.
¿Por qué en 1823 no se produjo el mismo alzamiento que en 1809? Los historiadores más solventes lo atribuyen al relevante papel de la Iglesia, lo que en el caso de Vigo es bien notable. Conviene insistir es que aquella no fue una guerra tan patriótica en absoluto por parte de sus principales instigadores, cuyo objetivo era la defensa del trono y de la religión frente a las ideas de la Ilustración y la Revolución  Francesa. El personaje de mayor relieve dramático de esta historia sigue siendo el cura de Valladares Juan Rosendo Arias Enríquez y otros dos monjes franciscanos. No se olvide que las proclamas del cura de Valladares y Troncoso, el hombre del marqués de la Romana, reclutaron a su gente bajo la inmediata amenaza de fusilar a todos aquellos que no se aprestasen a la lucha voluntaria. Y el objetivo eclesial era devolver el trono al rey absoluto, no otra cosa. Por eso en 1823 aquí sólo resistieron los liberales. Pero, es más, en la propia historia cronicada el 4 de agosto de 1823 apenas se cita, salvo en la obra de Xosé María Álvarez Blázquez “La ciudad y los días. Calendario histórico de Vigo”, publicada inicialmente en 1960, que fue reeditada por el alcalde Manuel Soto, pero de la que sólo se imprimieron 1.000 ejemplares numerados en 1986. Yo poseo el número 843.
En este libro se recuerda a los heroicos 700 milicianos de Vigo que se enfrentaron a las tropas de Morillo al grito de “¡Viva la Consitución”, mientras los realistas gritaban “¡Viva el Rey!”. Como relata Álvarez Blázquez, en 1823 Vigo era capital de provincia, condición que pierde con la reposición del absolutismo. ¿Es que nadie se lo ha explicado al movimiento vecinal?

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