Opinión

¿Dejar a Abascal y Díaz fuera de los debates? Una locura

Las campañas electorales en España siempre tienen algo de atípico. Hasta de un poco chusco. Que toda la controversia gire ahora en torno a si lo políticamente más correcto es hablar de 'violencia de género', de 'violencia intrafamiliar' o de 'violencia contra las mujeres' me parece que son ganas de enmarañar un asunto que ha de estar bien claro: ni la menor violencia, maltrato, insulto, desigualdad o discriminación es tolerable. Y punto.

Y, la verdad, quitando las excentricidades de algún extremista anclado en la noche de los tiempos, no conozco a nadie, en ningún partido, que afirme lo contrario. Por eso, yo creo que deberíamos aprovechar los debates preelectorales para aclarar conceptos, ofertas, pactos, pretensiones de futuro y dejarnos de polémicas torticeras. Pero temo que no están en eso.

Sí, yo quiero escuchar lo que tengan que decir Santiago Abascal y Yolanda Díaz, la verdad de ambos más allá de las acusaciones de sus adversarios (a mí, el rifirrafe planteado por la candidata del PP María Guardiola en Extremadura me parece algo impostado). Porque de uno, Abascal, o de la otra, Yolanda Díaz, puede depender nuestro futuro, más aún, fíjese usted, que de Pedro Sánchez o de Alberto Núñez Feijoo. ¿Dejar fuera, como algunos pretenden, de los debates al líder de Vox o a la inspiradora de Sumar? Me parece una locura o un despropósito. De alguna manera, todos sospechamos que el partido 'de la derechísima' va a condicionar la política de Alberto Núñez Feijoo presidente del Gobierno: no, no hará a Abascal vicepresidente, pero el peso del apoyo de Vox en la investidura de Feijoo se haría notar durante toda la próxima Legislatura. Pregunta para Abascal: ¿va Vox a 'centrar' algo, poco, mucho, su discurso y su actuación tras un eventualmente inevitable pacto global con el PP?

Y lo mismo sea dicho de Yolanda Díaz como muy probable, casi seguro, apoyo de Pedro Sánchez ante una investidura, si llega el caso. Pues claro que la mujer que desembarazó a Sánchez de la molesta carga del peor Podemos, la dama política que en pocas semanas fue capaz de aglutinar y coordinar la actuación de dieciséis formaciones, tiene mucho que decir y muchos asuntos por los que ha de ser interrogada. ¿Confirma que hará un pacto con Sánchez en caso de necesidad cara a una investidura? ¿Exigirá por ello una presencia en el Gobierno central, en las instituciones (presidencia del Congreso)? ¿Hasta qué dosis de 'izquierda' administrará al Ejecutivo en la próxima Legislatura si llega el caso?

Claro que, para lograr que respondan a estas preguntas, habría que modificar la estructura de estos debates, organizados por bloques y sin la menor oportunidad de que el periodista que los modera (que deberían ser varios, interrogando a los candidatos de una manera menos rígida que con la fórmula actual) formule cuestiones cuyas respuestas de veras serían 'titulares' en los medios, y no la mera sucesión de oratorias actual. Siempre pensé que los debates deberían ser mínimamente regulados por ley, que un Consejo representativo de los medios de comunicación debería tener voz y voto en el asunto y que no se trata de un espectáculo circense, un duelo al sol meramente bipartidista, como pretende Sánchez, sino de un servicio público de primera categoría a los ciudadanos.

Debates, naturalmente, los habrá. Interesan mucho a los medios, interesan hasta cierto punto a la ciudadanía, interesan más a unos candidatos (Sánchez, que ahora paree el aspirante al cargo que ya ocupa) que a otros (Feijoo, que, aupado por las encuestas, piensa, quizá equivocadamente, que tiene menos que ganar y mucho más que perder que el resto). Este es siempre un punto de fricciones antes de cualquier elección política. Participé en la organización del segundo 'cara a cara' en Telecinco entre Felipe González y Aznar y lo sé muy bien: poco ha cambiado desde entonces en el egoísmo cortoplacista de los debatientes. Pero, al final, todos tendrán que ponerse de acuerdo al menos en esto. Y ya digo: menos 'cara a cara' y más preguntas inquisitivas a quienes, como Abascal y Yolanda Díaz, harán que la balanza se incline a uno u otro lado. Entre otras cosas porque, guste o no, representan a bastantes millones de españoles.

Te puede interesar