Cartas al director

Interferir en la Justicia, solo provocará el apaga y vámonos

Viene a mi recuerdo algo trascendental que me tocó vivir el año 1989 que trastocaría la vida institucional y democracia de Venezuela, fue un golpe bajo para su democracia y la sana y legal emigración en aquel entrañable y solidario país. Ello cambiaría su convivencia pacífica y la sana integración de los emigrantes legales y allí llegados por un resentimiento ficticio y destructor, que la izquierda irresponsable fabricó con sus constantes manipulaciones aquella irregular protección descarada a las avalanchas multitudinarias de irregulares invasores, disfrazados de emigrantes. Ello creó el caldo de cultivo para la descomposición social por ellos mismos creada, que terminaría trastocando la columna vertebral de una sana integración social, ya en marcha y materializada con normalidad los años cincuenta y sesenta. Los  inadaptados y forajidos invasores conjuntamente con sus protectores invisibles, provocaron aquella estampida  social, con los saqueos generalizado en febrero del 89 (El caracazo). Ello fue el principio del fin que hoy nos ofrece esta fantasmagórica robo-lución.
Estremeciendo entonces todas las estructuras económicas, sociales y políticas del país, y con la interferencia negativa y traicionera de los políticos, que impidieron de forma  evidente y descarada que la justicia actuara para restablecer la legalidad, juzgando y castigando a los culpables de aquella  barbarie destructora. Ello fue decisivo para aplicar su slogan favorito y traicionero. Del borrón y cuenta nueva,  principio y fin de la legalidad democrática y la convivencia pacífica del país, decretando asolapadamente, la descomposición social, que provocaría la tragedia humanitaria ya hoy desbocada, fruto del nefasto experimento revolucionario que la llevó a la ruina económica, social y política.
Si eso es lo que desean algunos políticos irresponsables para España hoy, el apaga y vámonos, ya que la nueva farsa que está orquestando Pedro Sánchez y sus mariachis que implica muchos actores, casi todos repitiendo lo sucedido hace un año, con la moción de censura, pero unidos de nuevo al mismo fin, romper España y devolverla al pasado tenebroso, revivido aquel Frente Popular. Sus exigencias y contrapartidas son mas comprometedoras hoy, incluyendo ministerios para Podemos y liberar o indultar a los golpistas que están siendo juzgados por el Tribunal  Supremo, no perdamos de vista las ofertas y contra ofertas de jauría mediática que desgraciadamente también controlan y pululan mañana, tarde y noche en tertulias de TV y medios de comunicación escritos con sus respectivos "corre ve y dile". Las malas compañías y abandono de la coalición constitucionalistas ya le está pasando factura a Pedro Sánchez y esa rama radical del PSOE. Las exigencias a Cs  y PP para que se abstengan y faciliten su investidura, es un cachondeo de mal gusto, pero forma parte de su guión para distraer y confundir, ya que sus socios de moción como Podemos y los separatistas, no son de fiar para un gobierno serio y de progreso en libertad, como necesita España. Su eslogan caduco y gastado que ellos son progresistas, es un cuento chino que nadie le cree y sus hechos nos dan razones poderosas para ello. El acusa a Vox, de extrema derecha, fascistas, xenófoba, es una falacia de mal gusto y no cala en la ciudadanía. Cuando él llegó a ganar la moción de censura con todos aquellos que quieren destruir España y su Constitución, entre ellos los herederos de los asesinos de ETA, los separatistas catalanes y vascos y esa extrema izquierda que Podemos representa y tiene el encargo bien remunerado de implantar en España una sucursal de la robo-lución bolivariana, que apoya directamente a los golpistas catalanes. Esos si son los extremistas peligrosos para España, pero no le importa tenerlos como socios favoritos y predilectos para destruir España.
Quien intenta hoy ligar sus ambiciones personales y politiqueras a la gobernabilidad de España está cometiendo un gravísimo error al poner en entredicho a nuestra Constitución y sus leyes. La única  garantía para nuestra democracia  con ello nuestro progreso en libertad, lo que hoy todos disfrutamos y sabemos de sus defectos y corruptelas que deben ser corregidos bajo el imperio del mandato constitucional y sus leyes. El paralelismo aquí descrito tiene hoy un interlocutor visible y dialogante en Venezuela, José Luis Rodríguez Zapatero, quien tenga ojos que vea y oídos para escuchar sus ronquidos y alabanzas de cómplice necesario de aquel desastre humanitario a la vista.