Ahora está de moda tomar las calles en Andalucía, a pesar de existir elecciones democráticas, partidos democráticos, algunos quieren imponer el miedo y sus ideas. Deberían de pensar en el respeto y la convivencia y la tolerancia pacífica, y dejar a un lado el refrán maniqueo “el que no está conmigo, está contra mí”.
Quién vota libremente y sin coacción, no tiene por qué aguantar gritos contra ninguna formación política, de un signo u otro, sea el que sea, para eso están las instituciones que nos hemos dado donde se debaten los problemas largamente. Crear alarma y fractura social (ya tenemos un claro antecedente en Cataluña), en vez de por ejemplo hacer cosas más importantes, como construir la paz, y el progreso, es deconstruir una sociedad o patalear contra el derecho de pensar distinto de otros ciudadanos.
Los que tanto se llenan la boca de libertad, no les gusta al parecer la tolerancia, y tienen mucho tiempo para gritar, pero están sordos al silencio respetuoso de quienes a ellos no los han votado. Hay quién piensa que su verdad es única y perfecta, a eso se le llama pensamiento totalitario y cerrado, pues con su conducta desconocen e ignoran la palabra pluralismo democrático. Los valores como la igualdad y la fraternidad son muy importantes, pero sin el respeto mutuo y la libertad andarían a la pata coja. Algunos creen que en España un país democrático con Monarquía parlamentaria, creen que la revolución leninista es legal, cuasi real y posible. A la hora de interpretar la revolución francesa le sería aplicable a estos actores la frase de Alexis de Tocqueville ”Pues una cosa son las intenciones de los actores, y otra el papel histórico que creen que desempeñan”. Pero la mejor utopía de todas es construir y mantener unida a una España plural, rica en valores democráticos, basados en la sana convivencia, la paz social, junto a la libertad compartida y el respeto. Pues como dijo el poeta Blas de Otero hay que pedir la paz y luego la palabra.