La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, decidió abrir la campaña electoral desde la casa familiar de sus padres en la aldea de Chorente, en el municipio lucense de Sarria, en donde nació y en donde se crió.
Una fábrica de cemento, una iglesia de fachada románica, casas aquí y allá, vacas y gallinas conforman el paisaje de Chorente, una pequeña parroquia de Sarria (Lugo) que acogió el inicio de la campaña electoral de Belén, el nombre por el que allí conocen a Ana Pontón, candidata del BNG a la presidencia de la Xunta. La casa construida por su bisabuelo en 1904 y en la que nació y se crió ha sido el lugar escogido para la primera mañana de campaña de Ana Belén Pontón Mondelo (Chorente, 1977), en la que ha estado acompañada por sus padres: Aurita -Áurea, quien escogió su nombre- y Luis.
La tercera de cuatro hijos, Ana Belén, dormía con su abuela -no había camas para todos-, y de ella heredó la pasión por la lectura y el inconformismo, ya que ella siempre le inculcó que no podía tolerar la discriminación hacia la mujer: “No permitas que te digan que las mujeres no trabajamos”, le decía.
De sus padres aprendió que “en la vida hay que ser humilde”, ya que, en los tiempos que corren, “no se construye nada con la soberbia”, aunque sí “yendo con la cabeza alta por ser quien somos: ni más ni menos que nadie”. “También me enseñaron la importancia de luchar por lo que crees: aunque muchos decían que no podía, porque 'eres mujer' o porque 'eres de aldea'; no me quede ahí y siempre seguí adelante con confianza en quién era, con honradez y honestidad, como aprendí en casa”, relata la propia Pontón.
Su padre, Luis, está “despreocupado” por la campaña electoral, espera que su hija llegue a presidenta -”a ver si es verdad”- y tiene “ganas” del debate de candidatos del lunes, en el que Ana Pontón confrontará con un Núñez Feijóo que durante la pandemia “salía todos los días en la tele”.
Mientras tanto, su madre, Aurita, es su principal valedora: al ser preguntada por si quiere que su hija alcance el Gobierno, se le empañan los ojos y pide a los gallegos “que le den una oportunidad metiendo su voto en las urnas”, ya que, de alcanzar la presidencia, “no se van a arrepentir”. “Para mí serías la mejor presidenta, Galicia necesita una presidenta como tú: honesta, una grandísima política, buena persona, transparente, trabajadora y, sobre todo, honrada”, enumera Aurita emocionada.
Ana, aquella chica estudiosa que creció en Chorente, no esperaba siquiera llegar a ser candidata a la presidencia de la Xunta de Galicia, aunque su madre no duda: “sabía que llegaría lejos”, dice; mientras que para su padre, Ana Belén fue “la favorita, su ojito derecho”, al menos “hasta que llegaron los nietos". Ana es madre de la pequeña Icía.
Ana Pontón se afilió a Galiza Nova -la organización juvenil del BNG- con 16 años, ya que tenía “muchas inquietudes” y no le gustaba “cómo estaban las cosas”; y a pesar de que le interesaban tanto el periodismo como el derecho, terminó decantándose por Ciencias Políticas para cursar sus estudios. Tras llegar a ser secretaria de organización de Galiza Nova y diez años después de haberse afiliado, Pontón llegó al Parlamento de Galicia en 2004. “Aunque mucha gente no lo crea, yo era una persona muy tímida: me daba pavor sólo pensar en hablar en público", señaló.
La tercera de cuatro hijos, Ana Belén, dormía con su abuela -no había camas para todos-, y de ella heredó la pasión por la lectura y el inconformismo, ya que ella siempre le inculcó que no podía tolerar la discriminación hacia la mujer: “No permitas que te digan que las mujeres no trabajamos”, le decía.
De sus padres aprendió que “en la vida hay que ser humilde”, ya que, en los tiempos que corren, “no se construye nada con la soberbia”, aunque sí “yendo con la cabeza alta por ser quien somos: ni más ni menos que nadie”. “También me enseñaron la importancia de luchar por lo que crees: aunque muchos decían que no podía, porque 'eres mujer' o porque 'eres de aldea'; no me quede ahí y siempre seguí adelante con confianza en quién era, con honradez y honestidad, como aprendí en casa”, relata la propia Pontón.
Su padre, Luis, está “despreocupado” por la campaña electoral, espera que su hija llegue a presidenta -”a ver si es verdad”- y tiene “ganas” del debate de candidatos del lunes, en el que Ana Pontón confrontará con un Núñez Feijóo que durante la pandemia “salía todos los días en la tele”.
Mientras tanto, su madre, Aurita, es su principal valedora: al ser preguntada por si quiere que su hija alcance el Gobierno, se le empañan los ojos y pide a los gallegos “que le den una oportunidad metiendo su voto en las urnas”, ya que, de alcanzar la presidencia, “no se van a arrepentir”. “Para mí serías la mejor presidenta, Galicia necesita una presidenta como tú: honesta, una grandísima política, buena persona, transparente, trabajadora y, sobre todo, honrada”, enumera Aurita emocionada.
Ana, aquella chica estudiosa que creció en Chorente, no esperaba siquiera llegar a ser candidata a la presidencia de la Xunta de Galicia, aunque su madre no duda: “sabía que llegaría lejos”, dice; mientras que para su padre, Ana Belén fue “la favorita, su ojito derecho”, al menos “hasta que llegaron los nietos". Ana es madre de la pequeña Icía.
Ana Pontón se afilió a Galiza Nova -la organización juvenil del BNG- con 16 años, ya que tenía “muchas inquietudes” y no le gustaba “cómo estaban las cosas”; y a pesar de que le interesaban tanto el periodismo como el derecho, terminó decantándose por Ciencias Políticas para cursar sus estudios. Tras llegar a ser secretaria de organización de Galiza Nova y diez años después de haberse afiliado, Pontón llegó al Parlamento de Galicia en 2004. “Aunque mucha gente no lo crea, yo era una persona muy tímida: me daba pavor sólo pensar en hablar en público", señaló.
