balonmano

Deporte entre hermanas

Sarai Espiñeira, en el suelo, y Anthía, de pie, entrenan en el piso familiar de Vigo.
photo_camera Sarai Espiñeira, en el suelo, y Anthía, de pie, entrenan en el piso familiar de Vigo.
Anthía y Sarai Espiñeira comparten entrenamientos durante el confinamiento obligatorio
Juntas. Más que nunca, a pesar de ser hermanas y practicar el mismo deporte, el balonmano. Anthía y Sarai Espiñeira comparten estas semanas de confinamiento sesiones de entrenamiento por primera vez en muchos años, al pasar la cuarentena decretada por el estado de alarma por el coronavirus en el piso familiar de Vigo. "La verdad es que hacía mucho que no estábamos tanto tiempo juntas", reconoce la mayor, Anthía. Y la menor, Sarai, ratifica que "incluso en verano, cuando coincidíamos, ella tenía su pretemporada y yo la mía con equipos distintos, de forma que tampoco teníamos mucho tiempo". 
Ahora, precisamente en el año que pensaban estar más lejos, se encuentran más cerca que nunca porque coinciden en el piso familiar. Anthía, de 23 años, ya lleva meses en él tras incorporarse el pasado verano al Conservas Orbe Porriño después de pasar cinco campañas, desde 2014, en la localidad de A Guarda al jugar con el Guardés. Motivos personales, primero, y deportivos, a continuación, la llevaron a regresar a casa. Justo al terminar el período estival, la que hizo las maletas fue Sarai, de 19 años, que comenzó los estudios de fisioterapia en Madrid y, como consecuencia, recaló en el Ikasa de la capital de España. 
Precisamente, la pequeña de la saga de las Espiñeira se encontraba en el epicentro español de la pandemia pero "justo ese fin de semana que se paró la competición, ya tenía pensado venirme porque no había jornada. Al paralizarse todo, me quedé aquí porque tampoco tenía clase ni nada", explica. Un camino muy similar al que siguieron sus compañeras de equipo, muchas de ellas de viaje esos días. Una vez llegada a Vigo, "me pusieron en cuarentena en la habituación. No me dejaron salir durante dos semanas. Vieron que no tenía ningún síntoma y ya ando por casa. Lo entendí perfectamente". 
Fueron jornadas en las que Anthía Espiñeira trazó su rutina diaria con horas de estudio, ya que cursa un ciclo superior de acondicionamiento físico, y también las sesiones colectivas con el Porriño. "Tres días nos conectamos por Zoom para trabajar juntas y otros, lo que hacemos son rutinas por nuestra cuenta", explica. Y, debido a que su hermana convive con ella, "también Sarai hace las sesiones con el equipo. Ponemos el vídeo y lo hacemos las dos". Eso sí, la menor de las Espiñeira no tiene tanta motivación a la hora de hacer las sesiones individuales. "Yo le aviso y, unos días viene y otros no", explica Anthía. Y Sarai admite que "soy un poco más vaga que ella. No falta a ninguna sesión, pero yo algunos días me escaqueo un poco. Cuando tengo ganas, sí que la acompaño. Soy un poco de mala influencia". En este caso, la hermana mayor marca el ritmo en el trabajo físico y, después, "algún pique de hermanas tenemos, pero nada más. Hacemos más el tonto que otra cosa", indica la jugadora del Ikasa, mientras la del Porriño asegura que "estar los cuatro juntos es una suerte, se lleva mucho mejor". 
Precisamente, las circunstancias de la familia Espiñeira reúnen en un único caso todos los factores que dificultan un confinamiento, ya que  no disponen de finca aledaña, tienen el piso lleno, son deportistas de alto nivel que deben aprovechar los escasos recursos existentes para entrenar y son estudiantes, con las clases 'on-line'. "Estamos pendientes de las decisiones para ver cómo queda todo lo referente a la educación. Se hace complicado porque estás encerrada, no puedes salir y, para estudiar, tienes que meterte en la habitación sola. La verdad es que cuesta", admite Anthía. 
Las horas juntas, las bromas y las sesiones de preparación no les sirven para hablar de balonmano porque "desconectamos. Sólo comentamos algo cuando entrenamos, pero el resto del tiempo, nada". Ambas deportistas desean poder jugar juntas algún día. "Con mi hermana siempre quise jugar. Ya veremos lo que nos depara el tiempo, pero estaría encantada de poder hacerlo", expresa la joven Sarai. Una situación que también agradaría a la veterana Anthía: "Espero que en un futuro podamos jugar juntas. Ella ahora está centrada en los estudios en la universidad. Que se centre en eso y, después, ya veremos. ¿A quién no le gustaría?". Eso sí, a modo de broma, expresa que "nos pelearíamos por un puesto", ya que ambas juegan en la posición de central. Eso sí, seguro que "nos adaptaríamos, nos gustaría mucho". Y, si hay dudas, "juego yo de central, que la veteranía manda", concluye divertida Anthía. 
Será una situación de futuro, ya que Sarai inició los estudios universitarios en Madrid. "Estoy bien. Es cierto que, de estar acostumbrada a Vigo, el cambio es muy grande y agobia un poco porque hay mucha gente. Pero en el equipo y en la universidad estoy muy contenta". Así también lo indican las cifras porque la viguesa firma 3,05 goles por partido en un equipo situado en mitad de la tabla de División de Honor Plata. Por su parte, la mayor, Anthía, recuperó su mejor versión y, a pesar de que el Porriño marcha penúltimo en División de Honor, la viguesa firma 5,47 tantos por encuentro. Es la octava en el ránking de goleadoras y la primera de su escuadra.n

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