EL DESARROLLO DEL MUNDO RURAL

Las aldeas pueden ser pequeñas si atendemos al número de habitantes, pero pueden disponer de una gran fuerza social si miramos el conjunto de actividades desempeñas. Es el caso de Chaioso, una aldea contigua a Maceda, que disponía en su tiempo de un pazo, hoy en proceso de rehabilitación.
Un grupo de jóvenes, y otros jóvenes en espíritu, desarrollan un proceso dinamizador de actividades sociales de todo tipo con la intención de recuperar las tradiciones y formas de convivencia en la modernidad. No requirieron grandes estudios de las costumbres. Les bastó cultivar la sensibilidad y tener capacidad para atraer a las gentes, muchos de ellos retornados del País Vasco y de Cataluña.

No es fácil recuperar el tiempo perdido ni encontrar una solución de políticas integradores para la diáspora sufrida. Pero lejos de aceptar la situación y convertirse en plañideras de la catástrofe, los ciudadanos de Chaioso tejieron una red de relaciones mediante las cuales tratan de recuperar el sentido de ciudadanos y de pueblo.

Pretender modificar la sociedad de una forma total es un sueño inalcanzable; son demasiados los intereses en juego como para conseguir que abandonen sus proyectos. Sin embargo, desde el principio de la historia de la humanidad ha existido una estrategia para cambiar las cosas que los clásicos de la teoría política ha llamado “gradación”, entendiéndolo como un sistema en el que se consiguen objetivos finalistas trabajando en objetivos intermedios; graduar los esfuerzos, graduar las metas. En esta perspectiva hay que mirar el trabajo realizado por el grupo social de Chaioso.

La sociedad no es algo abstracto, sino que se manifiesta mediante la vida de núcleos sociales vivos y vitalizadotes.

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