Opinión

Pincho de tortilla y caña

En la vorágine en la que ha entrado la política española hay lugar para todo, para que el transfuguismo vuelva a ocupar un lugar predominante, para golpes de efectos como una convocatoria electoral autonómica, para tratar de que los jueces digan lo que hay que hacer, o para que un vicepresidente del Gobierno decida que prefiere bajar un escalón y presentarse en unas elecciones autonómicas y lo que queda por ver en una campaña electoral que será polarizadísima. 
Y entre tanto, comunismo o libertad, la presidenta madrileña acodada en la barra de un bar les dice a sus amigos que le deben una por un supuesto favor que le ha hecho a toda España –España es Madrid y Madrid es España”- pero del que todavía no se han visto los resultados. Los amigos han recogido el guante y han aceptado la apuesta, tiene un pincho de tortilla y caña pagado si le sale bien el reto por haberse arrogado la salida de Pablo Iglesias del Gobierno. Pero si pierde la apuesta le va tocar pagar una cena. 
Y le saldría bien cara. 

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