Opinión

El avispero

No crean, o crean poco, a quien asegure saber algo sobre el galimatías que han dejado los resultados electorales: nadie sabe nada. No es que las negociaciones para los indispensables pactos se estén llevando con discreción, o en secreto, sino que no hay negociaciones ningunas, a menos que se llame negociar a una carta, a un tuit o a una conversación telefónica para cubrir el expediente. En esto, la españolidad de todos los partidos concernidos, que son todos, alcanza el máximo histórico, pues ya no es que se esté dejando todo para última hora, cual dicta la tradición, sino que parece estar dejándose todo al acaso, al albur.

Mariano Rajoy, que en esto de tratar de eludir los marrones no sólo era español, sino mucho español, decía que lo más aconsejable cuando se presenta un problema, es que no te pille allí. Agosto, las vacaciones, vienen a facilitar ese escapismo, y ya ni los catalanes, que según el autor citado "hacen cosas", saben qué hacer en semejante lío y se entregan, sus partidos locales, a lo que todo el mundo, a escribirse cartas (ERC a Junts), a mandarse tuits (Rufián seguramente) o a darse algún que otro telefonazo.
Nadie sabe nada en este galimatías porque, más que galimatías, es un avispero, y nadie quiere agitarlo demasiado. En poco más de dos semanas, los parlamentarios electos habrán de reunirse, formalizar su acta y hacer algo, pero de ese algo, nada menos que sancionar un nuevo gobierno, no saben ni papa, razón por la cual es probable que no lleguen a sancionar nada llegado el momento y que algunos se tengan que volver a pelear para figurar en las listas de sus respectivas formaciones, que son, por cierto, otro avispero.

Las avispas, las otras, las hymenópteras, viven estos días, con estos calores y esta sed, su momento de mayor excitación. Son horribles, su zumbido hiela la sangre, atacan a traición y al picar inyectan una combinación de venenos que pueden dejarte seco, pero, al menos, saben construir algo, esas fantásticas casas colgantes de sólida estructura. En este otro avispero, en el humano y español pos-electoral, no parece estar construyéndose sólidamente gran cosa, ni en secreto ni a voces, de suerte que, si no cambian las cosas. habrá de ser el albur, y esperemos que un albur democrático y antifascista, el que provea.

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