Opinión

2013: el año de mi gran decepción en UPyD

Cuando en 2009 me afilié al partido de Rosa Díez mi vida cambió. Al presentarme como candidato de UPyD a la Alcaldía de Vigo hice público un escrito en el que explicaba por qué pasaba a adoptar una actitud activa respecto a la política. Partía en mis argumentaciones de los problemas y sufrimientos que nos estaban ocasionando (a mi y a la gran mayoría de los españoles) los políticos españoles, egoístas, incompetentes y corruptos. Y citaba a Aristóteles, quien defiende que para que una sociedad funcione bien y permita a sus ciudadanos ser felices debe estar dirigida por personas con virtudes (con la virtud de la política, según él). También compartía la crítica del Filósofo a los que se encierran en su mundo y no hacen nada para contribuir al buen gobierno de la “polis”, de la sociedad en la que viven. Tenía muy claro que no bastaba con la indignación que tantos empezábamos a manifestar por entonces, y que eran imprescindibles nuevos partidos políticos (o partidos políticos renovados) para conseguir echar a los políticos corruptos y poner en su sitio a otros que lo hicieran bien. Por eso me había afiliado a UPyD: porque compartía las ideas de su Manifiesto y me había contagiado de su afán de regenerar la democracia. Y pensaba entonces que las personas que dirigían UPyD tenían un elevado nivel de honradez y de altruismo. Reconocía en aquel escrito que sabía que el nuevo camino que afrontaba no iba a ser fácil, y confesaba que me daba un poco de miedo entrar en el mundo de la política, que estaba tan desprestigiado. Y añadía: “Pero me considero capaz de mantenerme íntegro. Si algún día no puedo seguir en política sin traicionar mis principios éticos, me iré: lo juro, lo prometo, y lo afirmo solemnemente.”

No sospechaba yo que el enemigo más letal no iba a estar fuera, sino dentro: que los propios dirigentes de UPyD iban a traicionar los principios de la democracia interna, controlando el partido de manera despótica y dictatorial; a exigir sumisión a cambio de promoción; a incumplir los propios Estatutos y reglamentos de UPyD violando los derechos de los afiliados; a encubrir la corrupción, las cacicadas y fraudes de directivos del partido; a tomar decisiones encaminadas a favorecer sus intereses o los de sus amigos; a impedir, censurar y sancionar injustamente la discrepancia o la crítica interna; a callarse cobardemente sin responder a las preguntas y denuncias de tantos afiliados; y a faltar a la verdad.

Algunas voces ya denunciaban todos esos problemas internos en UPyD. Una muy significativa era la de Mikel Buesa, cofundador y número dos en la lista de UPyD en Madrid en 2008. Pero al principio no quise aceptar que todo lo que decían tantos ex-afiliados fuera verdad, y consideraba todas esas declaraciones ruines calumnias y ataques interesados contra UPyD. Cuando comprobé personalmente que se estaban dando esas irregularidades, pasé del inicial asombro a denunciarlo ante los órganos de control interno de UPyD. Pensé: “Rosa Díez no debe saber que está pasando todo ésto dentro del partido, porque no lo consentiría”. Ahora sé que eso mismo lo habían pensado también miles de afiliados de UPyD (actualmente exafiliados), que acabaron convencidos como yo de que la líder del partido lo sabía todo y no hacía nada por arreglarlo. Mis críticas a miembros de la cúpula de UPyD no fueron solucionados dentro del partido y trascendieron, y (como he contado en mi Blog) hace unos meses he sido expedientado por el Consejo de Dirección; pero no puedo confiar en que ese grupo cerrado de amigos de Rosa Díez haga justicia, ya que ni siquiera responde a mis denuncias ni a mis recursos, como le obligan los Estatutos, y además ya me destituyeron y me sancionaron de manera fraudulenta, vengativa y despectiva. Ahora tengo muy claro que los llamados órganos de control de UPyD no sirven para nada ni hacen nada ante las irregularidades que cometen los directivos de UPyD, sus amigos y protegidos.

En sus seis años de vida UPyD ha atraído (con sus cantos de sirena, podría decir ahora) a muchos ciudadanos, muy válidos la mayoría de ellos, que nunca habían estado en política: que nos ilusionamos y nos “enganchamos” al conocer los primeros pasos de ese partido. Iba a ser algo nuevo y diferente, limpio y ético. Ahora que he comprobado que hay mucho de fraude en UPyD, la decepción ha sido profunda.

Para mí ha sido una experiencia enriquecedora trabajar estos años en UPyD, codo con codo, con tantos afiliados y simpatizantes, sobre todo de Vigo. He conocido en UPyD a muchas personas excelentes: ciudadanos nobles, valientes y responsables, que también confían en las ideas de UPyD y quieren mejorar con ellas la sociedad en la que vivimos. Espero que los lazos de amistad que han surgido estos años no se rompan por causa de nuestras visiones diferentes: porque ellos siguen creyendo en la bondad de los dirigentes del partido, pero yo ya no. Pero sigo compartiendo los principios y los programas de UPyD, y personalmente le considero el mejor partido (ahora el menos malo) de cuantos tienen representación en el parlamento español.

Espero que mis compañeros de UPyD puedan entender algún día las razones que tengo para denunciar la corrupción interna de UPyD y la forma en que lo hago. Todos debemos luchar como podamos contra cualquier tipo de corrupción; y si UPyD deja crecer los graves problemas que tiene en su seno (aunque sus dirigentes se empeñen en ocultarlo y en negarlos, engañando a los ciudadanos sobre lo que de verdad es UPyD) no podrá ser un instrumento válido para regenerar la democracia, y acabará siendo más de lo mismo. Por eso considero que a UPyD le vienen mejor las críticas que los aplausos (que sin duda los merece). Si ahora me fuera de UPyD y me callara estaría traicionando mis principios éticos, siendo cómplice de un fraude, y encubriendo las mentiras y las injusticias cometidas por políticos que se quieren aprovechar de nuestra necesidad de votar y de participar en política. Sólo si me echan o si encuentro una alternativa política mejor dejaré de hacer lo que estoy haciendo desde dentro de UPyD. Aunque no consiga “curar” a UPyD (ojalá pudiera) al menos estoy tratando de frenar su deterioro, de mejorar su salud y su calidad como partido político: también el médico hace daño algunas veces al extirpar la enfermedad; y debe hacerlo si es necesario.

* Ex coordinador de UPyD en Vigo.

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