Opinión

RECORTES Y PRESUPUESTOS

Estamos tocados. Nos han recortado los dineros como un corte de pelo que trae consigo tradicionales collejas. Collejas en algún caso más dolorosas que en otro, pero siempre collejas. Collejas también con las que deberíamos comenzar a comprender que el pelo largo cortado que tanto nos agradaba había crecido algo de prestado, y se mantenía hermoso por lavado de peluquería diario con champú millonario, amén de que lo adornara el cuidado esteticista, que nos calentaban al tiempo la oreja de lo lindos que éramos. No nos dimos cuenta que para mantener tanta belleza de manera cosmética, la hay que pagar, y si es con créditos, éstos un día vencen y la tortilla da la vuelta.


Así parece que nos esté ocurriendo ahora, llegada una crisis de nuestro sistema que abrió su caja de Pandora y a apandar toca. Y dentro de este sistema a algunos nos ha pillado el lobo más que a otros, porque vivir con déficit y deuda creciente al final resulta una trampa que nos esclaviza brutalmente. Por supuesto, somos todos responsables de nuestra ceguera, porque nos iba fenomenalmente bien a cuenta de otros y nosotros deslumbrados sin enterarnos; pero aún más responsables ciegos, por no pensar en peor cosa, son los líderes que nos convencieron de que el bienestar procurado lo era solo por méritos propios, y sobre todo, claro, por mérito de ellos; con su mantra, 'somos los mejores'. De aquellas políticas precisamente vienen estos lodos, pues, si bien el dinero llegado de Europa ayudó a la transformación del país y subir un escalón el progreso y bienestar, hubo tal derroche, corrupción, dispendio y desaprovechamiento de medios, que en lugar de construir la misma casita de piedra que el resto de países más sólidos, que ahora soportan tasas de paro y ratios económicos esperanzadoramente, nos encontramos aguantando los soplidos del lobo feroz acojonados y acompañados del ejemplo de los que ya sufrieron rescate porque sus casitas -todavía peor- eran de paja, cual Grecia o Portugal.


Sin embargo, una mentalidad marcada a fuego ideológico se opone insistentemente a ver la realidad. Cual si fuéramos niños sanos cuando nos dan el primer jarabe que sabe a rayos al haber enfermado, resistiéndonos a la toma sanadora con absoluta inconsciencia, así parece que nos resistamos con pataleta continuada a ciertas medidas necesarias para salir del grave problema económico en que estamos. Por supuesto, nadie quiere prescindir de nada, pero nada puede sostenerse de igual manera porque estamos endeudados hasta las cejas y con un déficit que ni te cuento. No vamos a pensar en las deudas de la mafia que se pagan con orejas cortadas primero y el resto del cuerpo después en caso de no ser saldadas, pero quien piense que el dinero no funciona como vil metal está más ciego aún de lo que yo pensaba. El dinero, cuando se enroca en sí mismo para acrecentarse sin límite es totalmente pérfido, feo y perverso, de ahí que convenga devolver el prestado de esa clase lo antes posible para que no contamine el alma; es lo urgente, lo demás es seguir revolviéndonos en su mierda.


Está claro que de la misma forma que en la economía doméstica normal cuando contraemos una deuda lo primero que debe hacer el sensato en cuanto pueda es devolverla, porque si no nos vamos envolviendo cada día más en ella (¿de qué creen que viven los bancos?; precisamente por culpa de caer en sus seductores créditos muchas personas sufren ahora graves consecuencias), pues igual pasa macroeconómicamente al país con los grandes mercados financieros, fondos de inversión y demás entes económicos que nos vuelven la cabeza contra la pared, y que hasta que no saldemos nuestras cuentas con ellos nos harán la vida imposible. Desde luego saldarlas será difícil y muy costoso pero es la única forma de no depender de estas formas ominosas. Aunque, mucho me temo que superada volvamos a caer en su trampa por culpa de las personas que nos conducen, y que lejos de ser las mejores y más capacitadas, resultan necias y demagogas.


Defiendo los recortes en una economía que no es autosuficiente y crecientemente deudora, pero también defiendo que comiencen dando ejemplo los que nos dictan las normas y rebajen ostensiblemente sus sueldos y privilegios; que se ahorren inoperantes Senados y se retiren subvenciones a partidos políticos, patronales, sindicatos, fundaciones y demás chiringuitos pseudo-políticos; y recorten mil y una cosas más, como el recorte de toda responsabilidad pública al que quiso estafar al resto, como por ejemplo el señor Roa que nos quiso estafar a todos estafando a Hacienda ¿o Hacienda ya no somos todos?, y que sigue todo chulo cual si fuera un mal aire el que pasara por su puerta. Recortes, presupuestos a la baja, y todo lo que quieran, pero no nos recorten más la moral.

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